DEVOCIONALES DIARIOS
Martes 19 de marzo, 2024
“Él disipa la oscuridad”
“Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana… en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él.” Salmo 130:6-7.
Las noches se hacían largas para los centinelas y vigilantes. Ellos debían estar atentos a cualquier ruido y amenaza. La noche los hacía más vulnerables y aumentaba su ansiedad. Su atención debía ser absoluta. Por eso esperaban con ansias el amanecer. Ese primer rayo de luz traía mucho alivio a sus vidas.
Así es como se sentía el escritor de este Salmo. Desde el primer versículo podemos notar la situación de angustia en la que se encontraba. Dice: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. En el lenguaje retórico de los salmos, cuando alguien se sentía en angustia, tristeza profunda, depresión, temor paralizante, lo expresaba usando la frase “en lo profundo”.
Seguramente nos hemos sentido como el salmista en alguna oportunidad. El tiempo que transcurre desde el momento en que elevamos nuestro clamor a Dios y su respuesta, nos puede parecer una eternidad. Podemos sentirnos como los vigías, rodeados de oscuridad y deseando ver pronto ese primer rayo de luz.
Déjame decirte que pronto llegará el amanecer. La respuesta está en camino. No desesperes, siempre habrá un nuevo amanecer. Él sabe lo que necesitas y es el único que puede disipar la más densa oscuridad y devolverte la esperanza.
El centinela no dudaba que la mañana llegaría, solo vigilaba su llegada diligentemente. Aunque a nuestro alrededor todo parezca seguir oscuro, pronto amanecerá. “…mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” (Isaías 60:2).
Pastor Pablo Giovanini
“Él disipa la oscuridad”
“Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana… en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él.” Salmo 130:6-7.
Las noches se hacían largas para los centinelas y vigilantes. Ellos debían estar atentos a cualquier ruido y amenaza. La noche los hacía más vulnerables y aumentaba su ansiedad. Su atención debía ser absoluta. Por eso esperaban con ansias el amanecer. Ese primer rayo de luz traía mucho alivio a sus vidas.
Así es como se sentía el escritor de este Salmo. Desde el primer versículo podemos notar la situación de angustia en la que se encontraba. Dice: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. En el lenguaje retórico de los salmos, cuando alguien se sentía en angustia, tristeza profunda, depresión, temor paralizante, lo expresaba usando la frase “en lo profundo”.
Seguramente nos hemos sentido como el salmista en alguna oportunidad. El tiempo que transcurre desde el momento en que elevamos nuestro clamor a Dios y su respuesta, nos puede parecer una eternidad. Podemos sentirnos como los vigías, rodeados de oscuridad y deseando ver pronto ese primer rayo de luz.
Déjame decirte que pronto llegará el amanecer. La respuesta está en camino. No desesperes, siempre habrá un nuevo amanecer. Él sabe lo que necesitas y es el único que puede disipar la más densa oscuridad y devolverte la esperanza.
El centinela no dudaba que la mañana llegaría, solo vigilaba su llegada diligentemente. Aunque a nuestro alrededor todo parezca seguir oscuro, pronto amanecerá. “…mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” (Isaías 60:2).
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 18 de marzo, 2024
“Lo hará a su manera”
Vivimos en el tiempo de lo instantáneo, todo lo queremos ahora; a nadie le gusta esperar. Esta “pauta”, incluso, intentamos aplicarla en nuestra relación con el Señor. Pero es necesario que recordemos, una y otra vez, que Dios es el dueño del tiempo y nada ni nadie puede atrasar o adelantar su “reloj”.
En cierta ocasión le trajeron a Jesús un ciego y le rogaron que lo sanara. Pero había un problema en ese lugar: No había fe. Jesús ya había expresado su dolor por la incredulidad de las personas de Betsaida. (Lucas 10:13).
La gente quería que el Señor pusiera las manos sobre el ciego y resolviera el caso rápidamente, pero Él hizo algo que dejó perplejo a todos, incluso a nosotros al leer la historia casi dos mil años después. “Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” Marcos 8:23-25.
Jesús no sanó instantáneamente a este hombre. ¡Qué frustración para muchos! Quizás algunos se habrán preguntado: ¿Estará perdiendo su poder Jesús? De ninguna manera, el Señor sabía lo que estaba haciendo. Comenzó dándole una visión parcial, pero el hombre no se conformó con esto, permaneció al lado de Jesús hasta que completó el milagro. Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos y ¡vio claramente!
Qué duda cabe que todos queremos una respuesta de Dios ya y ahora, pero a veces el Señor tiene otros planes. Él puede responder oraciones de una vez, pero en otras ocasiones lo hace poco a poco. Siempre actúa de acuerdo con los propósitos que espera cumplir en nuestra vida.
Por eso hoy quiero animarte a que no desmayes ni te des por vencido, espera en Él. El Señor está trabajando en ti. A veces lo hace silenciosamente y otras veces irrumpe con todo su poder, pero nunca faltará a sus promesas. “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” (Salmo 37:5).
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 17 de marzo, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“Espera con paciencia”
“Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación”. Job 14:14b.
¡Cuántas penurias pasó Job! Cuando leemos su libro, pensamos que son demasiadas pruebas juntas para una sola persona. Algunos también llegan a pensar como los amigos de Job: “Y, algo habrá hecho…”. Pero leyendo todo el libro descubrimos que este hombre era justo delante de Dios y todas sus pruebas no eran producto de vivir impíamente. Había una discusión en el cielo, y Satanás finalmente tuvo que aceptar que Job no dejaría de amar a Dios aunque estuviera a punto de perder la vida.
En medio de las acusaciones de sus amigos, Job nos dejó el versículo que hemos leído al comienzo como una declaración de esperanza. Él esperaría solo en Dios, porque solo de Él podría venir su liberación.
Cuántas lecciones aprendemos de Job, pero fíjate que Santiago, el hermano de Jesús, destaca lo más importante: “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” (Santiago 5:11). Lo que destaca es… ¡la paciencia!
Esperar la salida que Dios hará cuando estamos atravesando dificultades demanda paciencia. Él nunca nos hará perder el tiempo o retrasará una respuesta porque quiere mortificarnos. Durante el tiempo de espera siempre hay propósitos que se están cumpliendo en nuestra vida, y si actuamos en nuestras fuerzas, sin ir al ritmo del Señor, podemos retrasar las respuestas que necesitamos.
Debes estar seguro de que desde el mismo momento que entregaste tu problema a Dios, Él comenzó a trabajar. Ahora debes recurrir a la ayuda sobrenatural del Espíritu Santo para que puedas espera con paciencia y descansar en la seguridad de que Él hace más de lo que le pedimos o entendemos por amor a nosotros.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 15 de marzo, 2024
“Sana mi corazón”
“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.” Jeremías 17:14.
El maltrato que sufrió Jeremías fue terrible. Acusado falsamente, golpeado, echado en una cisterna con el propósito de matarlo, puesto en la cárcel, aborrecido por sus parientes y compatriotas. Sus mayores quejas no fueron por los daños que recibió externamente, sino más bien internamente. El dolor que produce el ser defraudados, traicionados, engañados, acusados y olvidados puede ser más intenso que el dolor físico. Este era el caso de Jeremías; por eso su corazón necesitaba sanidad.
Proverbios 12:18 dice: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada”. De manera intencional, hay personas que hablan con el propósito de causar daño, sienten placer lastimando a otros con palabras destructivas. Abren heridas que apagan el gozo y matan la esperanza.
Hay otras personas que tienen el corazón lleno de amargura, desilusiones, enojos, que piensan que todos los seres humanos son iguales y transfieren su resentimiento a todo el que se le cruza. Romanos 3:13-14 dice: “Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura”.
Si hemos sido blanco de este tipo de personas, existe la posibilidad que hayamos dejado entrar algo de veneno en nuestro corazón y lo dañara. Si es así, debemos correr a la presencia del Señor como hizo Jeremías y pedirle que sane nuestro corazón. Sus palabras son medicina.
Dios nos quiere dar un corazón sano para que podamos decir como Jeremías: “porque tú eres mi alabanza”. Que de nuestros labios ya no salga más queja, enojo, dolor, sino alabanzas al Señor por lo que está haciendo dentro de nosotros.
No creas más las mentiras del enemigo. Ya no permitas que tus pensamientos y decisiones estén condicionados por lo que dicen los demás. Tienes una nueva vida en Cristo. Deja que Dios sea tu abogado y tu Juez. Escucha sus palabras: “Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado” (Isaías 43:4a). Esta es la verdad.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 14 de marzo, 2024
“Tome aliento tu corazón”
“Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.” Salmo 31:24.
Si lees todo el Salmo 31 verás que David lo escribió en un momento de angustia, tristeza, dolor y agotamiento. No sabemos exactamente qué provocó ese estado de ánimo, pero si has leído sus historias en la Biblia sabrás que este rey pasó por situaciones muy difíciles.
Por años fue perseguido por el rey Saúl, por los filisteos, por los amonitas y moabitas, por los de la tribu de Benjamín, por su amigo íntimo, ¡hasta por sus hijos!, pero cuando se encontraba en cualquiera de esas situaciones, clamaba a Dios y confiaba que Él lo ayudaría en su necesidad.
Hay momentos en que sentimos que no tenemos en quién confiar. Nuestros seres queridos están sobrellevando sus propios problemas, nuestros amigos no nos entienden como quisiéramos, y quienes podrían darnos un buen consejo no están disponibles. ¿Será esta una estrategia del cielo para encontrarnos con el Soberano Señor?
Fíjate lo que hacía este rey de Israel: Se refugiaba en el Señor. Puedes volver a leer nuestro versículo de cabecera y lo vas a encontrar en cada una de sus situaciones límite. Las respuestas venías exclusivamente de Dios. Siempre encontró fortaleza en la debilidad, esperanza en las crisis, perdón en el arrepentimiento, nuevas fuerzas en el agotamiento, y aliento al corazón cuando parecía desmayar.
Puede parecer obvio, pero la manera de mostrar nuestra confianza en Dios cuando estamos abrumados es apartándonos del problema y volviéndonos a Él. Hacerlo podría parecer poco aconsejable, ya que un problema puede ser tan grande que exija que le prestemos nuestra total atención. Sin embargo, confiar en Dios durante una prueba significa llevar nuestra necesidad primero a Él.
En medio de dificultades, algunas veces nos inclinamos a superarlas utilizando nuestras propias fuerzas, pero la realidad es que eso nunca es efectivo, al menos no por mucho tiempo. En cambio, el Señor quiere que nos acerquemos a Él y creamos que es nuestro Ayudador.
Las tormentas de la vida vendrán, pero al confiar en Dios a través de ellas, nuestro corazón volverá a tomar aliento y nos mantendremos firmes sabiendo que, pase lo que pase, estamos cerca de Aquel que nos ayudará a superarlas.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 13 de marzo, 2024
“Quietos y confiados”
“Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” Éxodo 14:14.
El pueblo de Israel por fin salió de Egipto, pero poco después el ejército de Faraón estaba detrás de ellos y el Mar Rojo enfrente. No había forma de escapar, solo podían esperar lo peor. Pero Dios habló: “Yo pelearé esta batalla por ustedes”. Cuántas veces nosotros hemos leído, creído y aplicado esta promesa a una situación de necesidad.
Si prestas atención al versículo, la primera parte incluye una acción de Dios, que es en la que siempre nos concentramos, pero luego menciona algo que se espera de nosotros. Mientras el Señor pelea nuestras batallas, nosotros debemos estar tranquilos.
Hay versiones que traducen esta parte del versículo “vosotros estaréis quietos”, y otras “vosotros estaréis callados”. Si de verdad permanecemos tranquilos dejaremos de decirle a Dios cómo debe hacer las cosas. Si creemos que Dios peleará por nosotros, entonces debemos descansar confiados.
El autor del libro de Hebreos menciona que Israel vio a Jehová pelear sus batallas, pero nunca pudieron permanecer tranquilos, nunca pudieron entrar al reposo, al descanso por la fe, y nos exhorta a nosotros hoy: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.” (Hebreos 4:1-2).
Cuando nuestra fe tambalea, no solo podemos tomar malas decisiones, sino también muy costosas. Los israelitas vagaron cuarenta años en el desierto porque la nación permitió que la incredulidad se impusiera a la fe en las promesas de Dios. Si creemos que Él se encarga de nuestras batallas, entonces vivamos como si ya hubiésemos vencido. Así es como se manifiesta la fe verdadera.
Mientras Dios pelea la batalla por ti, alábalo por sus proezas, adórale por su fidelidad, agradécele antes de la victoria. ¡Tranquilo, que Dios es experto en ganar batallas que parecen perdidas!
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 12 de marzo, 2024
“Jesús te sustenta aun en el dolor”
“Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás su cama en su enfermedad.” Salmo 41:3.
No somos superhéroes. Somos simples mortales expuestos a sufrimiento, dolor y enfermedades. Desde el momento en que Adán y Eva pecaron, el sufrimiento invadió la tierra, todo se ha deteriorado a causa del pecado.
Que alguien se enferme o no, no lo hace ni más ni menos espiritual. El mismo apóstol Pablo dijo: “¿Quién enferma, y yo no enfermo?” (2 Corintios 11:29). Todos somos vulnerables, pero contamos con Dios para atravesar los tiempos de dolor y enfermedad. ¡Nunca nos desampara! ¡Nunca nos deja solos! De Él vienen los recursos que necesitamos para atravesar las pruebas.
El salmista David dijo que el Señor nos “sustentará sobre el lecho del dolor”. Sustentar en hebreo es saád que significa “sostener, respaldar, confortar”. El Señor nos fortalece física, espiritual y emocionalmente. Nos rodea con sus brazos y nos recuerda que esto también pasará.
También Dios promete “mullir” la cama del que está enfermo. La palabra mullir en hebreo es jafák que significa “cambiar, voltear, mudar”. Preparar el colchón o almohada para que esté blanda y esponjosa. Alguien que cuida a un enfermo lo ayuda a darse vuelta en la cama cuando el dolor y la debilidad no se lo permiten. Así es el Señor. Nos ayuda a sobrellevar los tiempos difíciles, hace más ligera la carga. Como una madre o un padre que asiste a su hijo enfermo hasta que se recupere, así actúa nuestro Padre Celestial.
El Señor te conoce, sabe por lo que estás pasando, siente tu dolor antes que tú. Quizás has llegado a pensar que se olvidó de ti o que no escucha tus oraciones, pero Él te escuchó desde la primera vez que clamaste y comenzó a obrar en ti.
“Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. Isaías 41:13. ¡Dios nunca te fallará!
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 11 de marzo, 2024
“La verdadera recompensa”
“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Apocalipsis 2:10.
Esta es una promesa que se cumplirá cuando estemos en la eternidad. Es algo que el apóstol Pablo tenía presente siempre, incluso al momento de su muerte le aseguró a Timoteo que su carrera había acabado y que ahora le esperaba la corona de justicia. (2 Tim. 4:8).
Hay dos palabras griegas para “corona”. Una es diadema que hace referencia a la corona de un rey como símbolo de gobierno y autoridad. En el Nuevo Testamento leemos que esta corona está puesta en Jesucristo y nunca se la menciona sobre las cabezas de los cristianos. La otra palabra es stéfanos que hace alusión a la corona de laureles que recibían los atletas griegos que lograban la victoria en sus competencias. Esta es la corona que cada hijo de Dios recibirá por haber llegado a la meta.
El apóstol Pablo nos recuerda que diariamente debemos pelear la batalla de la fe y que un día recibiremos la recompensa. “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” (1 Corintios 9:25).
Imagínate el momento en que estemos delante de Cristo y nos coloque una corona stéfanas. El gozo será desbordante, la felicidad eterna, la satisfacción de haber vivido para su gloria no tendrá límites. Sin embargo, en el mismo momento que la recibamos, sabremos que no la merecemos. ¡Todo ha sido obra del Señor!
Por eso, haremos lo mismo que los veinticuatro ancianos que vio Juan simbolizando a la Iglesia de todos los tiempos, nos postraremos ante el Señor y arrojaremos nuestra corona a sus pies. “Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Ap. 4:10-11).
Medita en lo que has alcanzado, ¿no es todo mérito de Jesús? La recompensa suprema será proclamar la gloria de Dios por toda la eternidad. ¡Digno es el Señor de recibir toda la gloria, honra y alabanza hoy y siempre!
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 10 de marzo, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“¿Qué haces aquí?”
“Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:13.
¿Conoces el verbo “encuevar”? Según la Real Academia Española significa: “Meterse o encerrarse en una cueva o hueco”.
Bíblicamente hablando, las cuevas nunca fueron un lugar para ir de paseo o de vacaciones. Cuando alguna persona se metía en una cueva tenía una connotación negativa. La propiedad que Abraham le compró a los hititas fue la cueva de Macpela para usarla como cementerio. Lot vivió miedoso el resto de su vida encerrado en una cueva. David se metió y vivió en la cueva de Adulam por bastante tiempo al ser perseguido por Saúl. Abdías, en tiempos del rey Acab, escondió a cien profetas en dos cuevas para protegerlos de la muerte.
Claro, también Elías terminó encerrado y deprimido dentro de una cueva. Allí se le apareció Dios mismo y lo primero que le preguntó fue: “¿Qué haces aquí?” Un hombre de Dios que manda que descienda fuego del cielo y que detiene la lluvia y la sequía… ¿¡encerrado!?
Hoy, no necesitamos una cueva real para encerrarnos. Simbólicamente hablando, podemos aislarnos cuando alguien daña nuestra autoestima, traiciona nuestra confianza, fracasamos en un desafío, nos abandonan… Estas y otras situaciones pueden hacernos sentir vulnerables, tristes, desamparados, débiles, inseguros, y llevarnos a desear pasar el resto de nuestra vida en silencio y soledad.
La voluntad de Dios nunca es que sus hijos se encierren y se compadezcan de sí mismos. Si prestas atención, Dios llamó a Elías desde afuera de la cueva. Las respuestas que necesitaba no las iba a encontrar en el encierro. Lo mismo sucede con nosotros hoy. El Señor está afuera de nuestra cueva llamándonos y preguntándonos: “¿Qué haces aquí?”
Confronta con la ayuda del Señor aquello que contribuye a tu aislamiento y encontrarás la manera de superarlo.
Dios te quiere afuera de la “cueva”, lleno de gozo, esperanza y con deseos de vivir para su gloria.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 8 de marzo, 2024
“Misericordioso Salvador”
“Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio vida nueva por medio del Espíritu Santo”. Tito 3:4-5.
La historia de la humanidad se divide en dos: Antes y después de Cristo. Nuestra historia también. Antes de conocer a Jesús y recibirlo como nuestro Salvador y Señor éramos parte de la multitud que sigue el camino que conduce al infierno: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.” (v. 3). ¡Pero algo maravilloso sucedió! Escuchamos la verdad del evangelio y decidimos entregarle nuestra vida entera a Jesucristo.
Según la Palabra de Dios, nadie puede guardar los mandamientos de Cristo si primero no ha sido salvo, porque necesitamos una obra sobrenatural en nuestro espíritu y se llama: Regeneración. Imposible hacer esto con nuestras obras, nuestra obediencia, nuestro autocontrol. Solo el Espíritu Santo es el que lo hace a través de nosotros y a partir de allí es que podemos amar a los enemigos, renunciar a todo lo que nos pertenece, bendecir al insoportable, no juzgar a los demás, estar dispuestos a dar la vida por Jesús y servirle con un corazón gozoso y humilde. Además, es el Espíritu Santo el que hace también una renovación continua en nuestro espíritu.
La Palabra de Dios nos exhorta a recordar que hemos sido salvos por misericordia y no por alguna buena obra que hubiéramos hecho. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9.
¡Somos justificados por la gracia de Dios! Él nos ve como si nunca hubiésemos pecado, y nos ha librado de culpa y cargo. Tenemos entrada a su presencia continuamente, somos capacitados con poder del Espíritu para obedecerle y además, nos espera una herencia eterna en los cielos. “Para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (v. 7).
¿No te parecen razones suficientes para pasar el día agradeciendo y alabando al Señor por lo que hizo en tu vida?
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 7 de marzo, 2024
“Modelo de servicio”
“De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot…Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios.” 1 Crónicas 25:3.
Lamentablemente muchos se saltean las genealogías de la Biblia porque no ven su propósito. En el versículo citado tenemos un buen ejemplo. Se menciona a Hemán y aparecen los nombres de sus catorce hijos. Si prestas atención, descubrirás por qué Dios decidió incluirlos en la Biblia.
Tal vez te sorprenda saber quién es Hemán. Su padre se llamaba Joel y su abuelo… ¡Samuel! (1 Cr. 6:33). ¡Quién no conoce al profeta que ungió a David para ser rey! Lo cierto es que este nieto podría haber vivido a la sombra de la gran figura de su abuelo, pero lo que Hemán recibió desde niño lo llevó a amar a Dios y a decidir servirle con entusiasmo y excelencia.
Lo llamativo es que tuvo ¡catorce hijos y tres hijas! Si tú estás preocupado por uno o dos, imagínate lo que fue criar a 17. A pesar del desafío, este levita tomó tiempo para enseñarles música a sus hijos, un instrumento a cada uno, y los ensambló para formar una orquesta. Ministraban en la presencia de Dios y lo hacían con excelencia. Esa era la medida para servir en el Templo en los tiempos de David. Nadie que no tuviera pasión por el Señor pasaba el umbral de la casa de Dios.
La historia de Hemán debe motivarnos a ser responsables de la parte que nos toca: Llevar a nuestros hijos a los pies de Cristo para que tengan una fuerte y viva relación con Él y anhelen servirle.
Si todavía no eres padre o madre, prepárate. Si lo eres, no te canses de sembrar en la vida de tus hijos. Motívalos a amar y a tener experiencias reales con Jesucristo. No estás solo, el Espíritu Santo te dará sabiduría, paciencia, discernimiento y autoridad.
¡Qué tus hijos puedan ver en ti, el privilegio y el gozo de servir al Señor!
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 6 de marzo, 2024
“El gozo de servir”
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:26
Cuando Jesús habla de servirle, utiliza una palabra (diako) que se usaba para describir a un ayudante, un mesero, o aquel que hacía tareas domésticas. También se usaba para describir a la persona que ayudaba al anfitrión de un banquete.
En el pasaje de Juan, el Señor está invitándonos a ser sus siervos. ¡Qué privilegio es poder hacer cualquier tarea para Jesús! Sin embargo, en los tiempos que corren, pocos aceptan y valoran esta invitación. Hoy se persigue con más empeño ser servido que servir, olvidando el ejemplo que nos dio el Señor que se despojó voluntariamente de su gloria y se hizo siervo, humillándose a sí mismo por amor a nosotros.
El Señor ha planeado para cada uno de sus hijos diferentes oportunidades para servir a otros. Y no solo hizo un plan, sino que junto con el plan vienen los recursos. Nadie puede decir que no es apto para servir al Señor, porque en realidad no se trata de lo que nosotros podemos hacer, sino de lo que le dejamos hacer a Él través de nosotros.
Recuerda, servir no se trata ver cuánto tiempo te sobra para hacer algo en tu iglesia o a favor de alguien. Servir es una manera más de manifestar nuestro amor al Señor y nuestro compromiso con la comisión que nos ha dado.
Las tareas son diversas, los ministerios variados, pero lo más importante no es lo que hacemos, sino a Quién servimos. No pierdas más tiempo, sirve al Señor, y que cuando llegue el momento de encontrarte cara a cara con Él, que puedas escuchar: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor”.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 5 de marzo, 2024
“Mantente escuchando a Dios”
“Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”. 1 Samuel 8:6-7.
Samuel fue un profeta que cumplía al pie de la letra todo lo que Dios le decía, pero eso no significaba que todas las personas aceptaran su liderazgo sin quejarse. Después de muchos años de ser dirigidos por este fiel hombre de Dios, el pueblo le pide un rey “como tienen las demás naciones”. Ya no querían ser dirigidos por Samuel, ahora querían lo que tenían los otros países, sin importar si era bueno o malo.
“Pero no agradó a Samuel esta palabra”. Ponte en sus zapatos. Después de invertir su vida en guiar y cuidar al pueblo, ahora simplemente lo desechan. Frente a esta situación, lo mejor que pudo hacer el profeta fue ir a Dios y expresarle lo que sentía. La respuesta fue muy significativa: “No te han desechado a ti sino a mí”. En otras palabras: “No lo tomes como algo personal, esta petición significa que ya no quieren que reine sobre ellos. Dales lo que quieren”. El resto es historia. Israel muy pocas veces disfrutó de reyes compasivos, bondadosos y espirituales.
A veces nos sentimos identificados con Samuel cuando hablamos de Cristo con amor y nos rechazan, cuando nos brindamos con todo nuestro ser y nos devuelven mal. Sí, oramos como Samuel y le manifestamos toda nuestra tristeza, frustración, enojo e impotencia a Dios. La respuesta será la misma: “No lo tomes como algo personal, no te están rechazando a ti sino a mí”.
¿Qué hizo Samuel después de escuchar a Dios? Siguió siendo fiel. Aunque el pueblo manifestara arrepentimiento de tanto en tanto o derramara alguna “lágrima de cocodrilo”, Samuel sabía que su misión terminaría solo cuando Dios se lo dijera. Muchos años después, cuando Saúl ya reinaba sobre ellos, Samuel dijo: “Lejos estará de mí pecar contra el Señor dejando de rogar por ustedes; al contrario, me comprometo a instruirlos en el camino bueno y recto”. (1 Samuel 12:23). ¡Qué corazón, Samuel!
No desmayes por la opinión que otros tengan de ti. Mantén tu corazón sano. Continúa con tu misión escuchando solo a Dios. Espera en la justicia divina, pero sobre todo en su misericordia. Un día delante del tribunal de Cristo escucharás al Señor decir: “Bien buen siervo y fiel”.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 4 de marzo, 2024
“Levanta tu mirada”
“Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.” Salmo 34:5.
Este salmo fue escrito por David después de haber experimentado el cuidado de Dios en medio de los filisteos. Su relato nos detalla cómo intervino Dios de manera poderosa cuando él decidió poner su confianza en el Señor.
Mirar a Jesús no es un evento único. Hebreos nos dice que debemos hacerlo constantemente: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. (Hebreos 12:2-3). Para perseverar, no cansarnos ni desmayar, debemos mantener nuestra mirada en Cristo.
En la práctica significa cambiar nuestro enfoque. En lugar de poner la mirada en las personas que nos prometieron ayuda, en las circunstancias para ver si son favorables, en los recursos que tenemos disponibles, o en nuestras propias capacidades y experiencia, es mirar con fe al Señor y recordar quién es Él.
Nadie que haya confiado en Dios puede lamentarse de ello, ninguna persona que decida poner toda su confianza en el Todopoderoso podrá llegar a sentirse defraudado o avergonzado. David sabía que Dios jamás abandonaría a aquel que confía en Él. Dios sería su ayudador y le haría justicia a su tiempo.
Levanta tu mirada al Aquel que está sentado en su trono; al que todo lo sabe y todo lo puede, y descansa en su amor y cuidado.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 3 de marzo, 2024
“Acercarme a Dios”
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras”. Salmo 73:28.
Este salmo fue escrito por Asaf, un levita dedicado a servir a Dios. Después de sentirte perturbado al ver como los malos prosperaban, fue al Señor para tener una respuesta, y en su presencia encontró descanso (v. 17). Al final, hace una declaración de propósito en su vida: El único bien resulta de acercarme a Dios sinceramente.
La palabra “acercar” en hebreo es querabá que significa “abordar”. Esta palabra era muy usada en el ámbito de la navegación. Cuando alguien se acercaba a otro barco con la intención de subir a él, lo abordaba. Es decir, se metía adentro del barco. Entonces, acercarse a Dios es abordarlo, es meterse de lleno, indagar en su corazón, tener una relación íntima y estrecha para conocerlo más.
El salmista había entendido que si seguía navegando por la vida en su propio barco, iba a naufragar en cualquier momento. Necesitaba salirse de su frágil embarcación y abordar el “transatlántico” de Dios. Sólo bajo su capitanía arribaría a un puerto seguro.
Sólo en Dios hay protección y fortaleza constantes en las tormentas de la vida. Cuando todo está oscuro a nuestro alrededor, cuando no vemos la salida, debemos confiar en la protección divina. Aunque las más terribles olas nos golpeen, vamos a resistir y permanecer firmes porque Dios nos guarda.
No debemos tener miedo a las tormentas de la vida, porque si el Señor está al mando, esas serán experiencias que nos ayudarán a crecer, a conocerlo más, y sobre todo serán oportunidades para testificar de su poder y fidelidad. Asaf dijo: “Para contar todas tus obras”.
Quizás hoy estés atravesando momentos difíciles, oscuros, sin respuestas, pero si pones tu confianza en el Señor, Él mandará al “viento y al mar” que se tranquilicen y se hará bonanza en tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 1 de marzo, 2024
“¿Recursos detenidos o liberados?”
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32.
¿Habrá algo que sea bueno y que Dios no quiera dárselo a sus hijos? Según la Palabra, no. Si el Padre no escatimó a su Hijo Amado y lo envió a este mundo para morir en nuestro lugar por nuestros pecados, ¡imagínate todo lo que puede hacer a nuestro favor!
Sin embargo, puede haber dos factores que detengan los recursos que Dios tiene para sus hijos. El primero, si lo que estamos pidiendo es “bueno” para nosotros, pero no desde la perspectiva de Dios. Ningún padre terrenal le compra una serpiente de mascota a su hijo aunque se la haya pedido para su cumpleaños. Mucho menos Dios nos dará algo que pueda perjudicarnos. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11). Si lo que pides en oración es bueno, Dios te lo dará oportunamente.
El segundo factor que puede detener un recurso de Dios para nosotros es la incredulidad. Dios dijo que debemos pedir con fe. “Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.” (Mt. 21:21). Jesús hizo muchos milagros, pero hubo lugares en donde no hizo ninguno a causa de la incredulidad. “Y por la incredulidad de ellos no hizo allí muchos milagros”. (Mt. 13:58).
Para tener la fe que se requiere y saber que nuestra petición está de acuerdo con la voluntad de Dios, debemos tener siempre como guía su Palabra. Mira lo que dice este versículo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. (Juan 15:7).
¿Qué necesidades no están cubiertas en tu vida y en la de tu familia? ¿Puedes creer que el Padre Celestial se ocupará de ellas? Dios no limita sus recursos si pides con fe y de acuerdo con su voluntad. Él desea bendecirte con lo que sabe que será bueno para tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 29 de febrero, 2024
“Mayor es el que está en nosotros”
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” 1 Juan 4:4
“¡Ay… qué difícil está el mundo! ¡Cuántas tentaciones…!” “¡La carne es débil, siempre me vence…!” “¡Es imposible luchar contra tanta presión…!” Tal vez hayas escuchado alguna de estas frases en la boca de algún cristiano, es más, tal vez las hayas dicho en alguna oportunidad. Pero, ¿es verdad que no podemos contra las presiones y tentaciones que nos ofrece el mundo?
No, bíblicamente no es cierto. A pesar de nuestras debilidades, la Palabra dice que somos poderosos en Cristo para ser vencedores. En la cruz Jesús venció al diablo, y todo aquel que aceptó a Cristo como su Salvador y Señor recibió autoridad para deshacer toda obra de maldad. El secreto no está en nuestras capacidades, valor, esfuerzo o convencimiento personal. El poder radica en Quién está “en” nosotros. ¡Aleluya!
Antes de ascender a los cielos, Jesús les dijo a sus discípulos que les convenía que Él se fuera porque les enviaría una ayuda extraordinaria: el Espíritu Santo. “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). A partir del descenso del Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2), el Consolador habita en cada hijo de Dios. Observa esta declaración de Jesús: “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17). El mismo Dios está morando en nuestro espíritu, por eso es posible la victoria sobre el diablo y el mundo.
Pero el problema se presenta cuando en lugar de resistir al diablo y obedecer a Dios, comenzamos a coquetear con la tentación hasta caer en las trampas que el enemigo nos pone. No debemos olvidar que el diablo persigue nuestra destrucción, pero el Señor solo quiere lo mejor para nuestra vida. Por eso, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).
La victoria es nuestra si realmente ponemos nuestra fe en el Señor. “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5). No hay ninguna presión que sea más fuerte que el poder de Cristo. No hay ninguna tentación que el mismo Señor no nos ayude a vencer.
Necesitamos comenzar nuestro día conectados con el Espíritu Santo y ser obediente a su guía. Cuando vengan las presiones, no olvides que ¡mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo!
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 28 de febrero, 2024
“Esfuércense y cobren ánimo”
Israel estaba a las puertas de Canaán, listos para conquistarla. La generación incrédula había quedado sepultada en el desierto y ahora la nueva generación había aprendido a depender de Dios.
El pueblo sabía que iba a enfrentar a enemigos mejor entrenados para la guerra y que conocían bien la geografía del terreno, sin embargo, el Señor les había dado una promesa y ellos creyeron la palabra de Dios.
Pero además de creer, Israel tenía que hacer su parte en la batalla. En Deuteronomio 31:6 encontramos los detalles: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.”
En primer lugar, debían esforzarse. Conquistar Canaán no era irse a una tierra con sol y playas para retirarse, requería “esfuerzo”. Esta palabra en hebreo es kjazác y significa “ser fuerte, apoderarse, arrebatar, echar mano, estar resuelto, vencer”. No había que dar ninguna batalla por ganada hasta acabarla. La celebración vendría después.
En segundo lugar, debían “cobrar ánimo”. En hebreo es amats que significa “estar alerta, de pie; afirmar, consolidar, ser fuerte y valiente”. No era tiempo de paralizarse, sino de estar firmes en las promesas que Dios les había hecho. Avanzar con seguridad.
En tercer lugar, no debían tener “miedo”. En hebreo es yaré que significa “asustarse, amedrentar, atemorizar, espantarse, estar temeroso”. Había que entregarle los miedos a Dios, no dejarse amedrentar y confiar en Aquel que iba delante de ellos en la batalla.
¿Estás enfrentando algunas luchas? ¿Tu fe está siendo atacada? ¿El diablo y sus huestes se han levantado contra ti? Dios te dice: Esfuérzate, cobra ánimo, no tengas miedo, Yo Soy quien pelea tus batallas.
¡Si Dios es por ti, quién contra ti!
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 27 de febrero, 2024
“Jesús tiene la respuesta que necesitas”
“Al salir de la ciudad Jesús iba seguido de sus discípulos y de una gran multitud. Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo hijo de Timeo, que era ciego. Cuando éste supo que quien venía era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ‘Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!’ Muchos lo reprendían para que callara, pero él gritaba con más fuerza: ‘Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!’ Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: ‘¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!’ Arrojando su capa, el ciego dio un salto y se acercó a Jesús, y Jesús le preguntó: ‘¿Qué quieres que haga por ti?’ El ciego le respondió: ‘Maestro, quiero recobrar la vista’. Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado’. Y enseguida el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús en el camino.” Marcos 10:46-52.
En este pasaje Marcos nos presenta al Señor Jesús en su último viaje a Jerusalén. Como él mismo había anunciado, su destino era la cruz.
En medio del alboroto que hacía la multitud, el ciego Bartimeo supo que el Señor estaba pasando por la ciudad. Sin duda él había oído hablar de Jesús, de sus enseñanzas, de sus milagros, porque el nombre que usa para llamarlo es “Hijo de David”, una forma de referirse al Mesías.
Inmediatamente comenzó a gritar con el fin de llamar su atención. No quería perderse la oportunidad de acercarse al Señor; pero la gente le decía que dejara de vociferar. ¿Puedes imaginarte a este hombre ciego luchando contra la gente, desorientado, sin saber si Jesús llegaría a escucharlo? A pesar de todo, no desistió, siguió gritando hasta que supo que el Señor lo llamaba.
Bartimeo no perdió un segundo, leemos que arrojó su capa y fue a Jesús. El resultado de poner su fe en marcha no solo fue su sanidad, sino su salvación. En un momento estaba sentado en el camino pidiendo limosna y ahora había decidido seguir a Jesús en el camino.
Déjame preguntarte: ¿Hay cosas que se están interponiendo entre Jesús y tú? ¿Podrían ser esas cosas las que te están privando de las respuestas que necesitas?
Jesús está siempre atento a las voces que se levantan de entre la multitud con el propósito de acercarse a Él. Jesús distingue muy bien las voces de la multitud, de la voz de aquel que clama con fe.
No pierdas la oportunidad de acercarte hoy a Jesús, ábrele tu corazón y cree. En Él encontrarás las respuestas que necesitas.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 26 de febrero, 2024
“Pon tu fe en marcha”
“Alabad al Señor de los señores, porque para siempre es su misericordia. Al que dividió el Mar Rojo en partes, porque para siempre es su misericordia”. Salmo 136:3,13.
Los milagros de Dios siempre requieren fe. Moisés tuvo que creer que las aguas se iban a abrir al momento de apuntar con su vara al mar. Los israelitas debieron creer que las paredes de agua iban a permanecer firmes hasta que cruzaran al otro lado.
¿Necesitas un milagro? ¿Qué parte tienes tú en la respuesta divina? Los milagros no solo requieren oración, hace falta fe verdadera. Orar no es complicado, lo difícil es avanzar en la dirección que Dios nos pide antes de que las “aguas se abran”. Podemos pasarnos la vida pidiéndole a Dios que abra el “Mar Rojo”, pero si no nos “mojamos las plantas de los pies”, no veremos el milagro.
Cuando Dios hace un milagro es para que su nombre sea exaltado. Todos deben saber lo que ha hecho con nosotros. Cuando Dios abrió el Mar Rojo literalmente lo supo todo el mundo. Cuando los israelitas llegaron a Jericó, Rahab la ramera les dijo: “Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto... Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.” Josué 2:10-11.
Necesitamos poner nuestra fe en marcha. Los “Mares Rojos” se cruzan por la fe. “Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.” Hebreos 11:29. ¿Tienes un desafío demasiado grande delante de ti? ¿Te han dicho que el problema es imposible de resolver? Si esperas ver obrar a Dios, entonces debes creer. Nada es imposible para Dios.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 25 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“En el orden correcto”
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Salmo 37:4.
David, al final de sus días, nos aconseja por el Espíritu confiar de una manera práctica en Dios. En el Salmo 37 hay mucha sabiduría. La clave para una vida llena de gozo la encontramos en el versículo 4: debemos aprender a deleitarnos en el Señor.
Deleitarse significa experimentar gran gozo en la presencia de alguien. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle mejor.
¿Te gozas en el Señor cuando te concede las peticiones de tu corazón o te deleitas antes de eso? ¿Disfrutas más las bendiciones de Dios o al Dios de las bendiciones? El consejo es muy claro: deleitarse en el Señor es prioritario, lo demás viene por añadidura. Que Dios conceda los deseos de tu corazón es el resultado de una relación amorosa e íntima con Él.
Muchos de los Salmos de David fueron escritos mientras se encontraba en el campo, el lugar en donde se encontraba a solas con Dios. Desde muchacho aprendió a disfrutar de esa intimidad especial con el Creador. Sus cantos y oraciones expresan los mayores deseos de su corazón: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. (Salmo 16:11).
Las peticiones de David siempre estaban de acuerdo con lo que había en el “corazón de Dios”. De hecho, Dios lo eligió como rey porque tenía esa particularidad: “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo”. (1 Samuel 13:14b). Indudablemente para tener su corazón hay que pasar tiempo en su presencia, anhelar esos encuentros.
Un famosos predicador y escritor del S. XVIII dijo sobre este versículo: “No pienses primero en los deseos de tu corazón, sino piensa primero en deleitarte en tu Dios, entonces te concederá los anhelos de tu corazón”.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 23 de febrero, 2024
“Tengan ánimo”
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33.
La Biblia es clara cuando habla de lo que sucederá en los últimos tiempos. La fe se apagará, el amor se enfriará, las convicciones pasarán por pruebas de fuego, y hasta se levantarán falsos profetas y falsos maestros que se denominarán cristianos pero Cristo no estará en sus predicaciones y enseñanzas. Jesús dijo que todo esto generará en nosotros aflicciones.
La palabra “aflicción” en griego es thlipsis que significa “presión de todo tipo; estrechez, angustia, persecución, tribulación”. Fíjate que las aflicciones son más espirituales que emocionales o físicas. Nuestro espíritu se aflige por lo que está pasando en nuestra sociedad, en nuestra familia y hasta en la Iglesia de Cristo.
Frente a esta realidad podemos adoptar una de estas posturas: desánimo y desesperanza creyendo ya no hay nada que hacer, o confianza y esperanza tomando parte activa de los cambios que Jesús quiere hacer. El Señor fue claro al decir que las presiones estarían sobre nosotros, pero debíamos “confiar” en Él. Esta palabra en griego es tharséo que significa “tener valor, ánimo”. Esto es posible porque Jesús está con nosotros y ¡ha vencido al mundo!
El Señor nos ha capacitado a través del Espíritu Santo para ser vencedores. Él nos delegó su autoridad para defender nuestras convicciones, nos da valor para no ser arrastrados por la maldad actual, nos da sabiduría para hablar la verdad a nuestros hijos, y nos impulsa a decir que solo en Él se puede hallar verdadera paz.
A pesar de las noticias perturbadoras que escuchamos a diario, Dios sigue teniendo el control de todas las cosas. Las presiones pueden ser diferentes día a día, mes a mes, ¡pero el poder de Jesús no ha cambiado! Su Palabra es la que nos debe sostener aunque la tormenta ruga a nuestro alrededor. “La paz os dejo, mi paz os doy, Yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Juan 14:27.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 22 de febrero, 2024
“Pero tú sí puedes, con su Espíritu”
“Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos”. Daniel 4:18.
Nabucodonosor estaba desesperado. Había tenido un sueño extraordinario y tenía la certeza de que su significado era especial, por eso llamó a todos sus sabios, astrólogos, magos y adivinos, pero ninguno pudo descifrar su sueño. “¡Increíble! -parece que puedo escucharlo- Tanto sabelotodo y ninguno puede darme la interpretación. ¿Dónde está Daniel? ¡Tráiganme a Danieeel!”
Cuando este hombre de Dios se presentó delante del soberano, recién ahí comenzó a tranquilizarse. Me llama la atención la manera en que Nabucodonosor se dirigió a Daniel: “Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos” (v. 18). Presta atención: “Nadie ha podido interpretar mi sueño, pero tú… ¡tú sí puedes! porque en ti mora el espíritu de los dioses santos”. ¡Qué seguridad la de este rey pagano! Nabucodonosor no sabía mucho de Jehová, pero si sabía que en Daniel había algo diferente. Esa diferencia era la misma presencia del Espíritu de Dios en su vida.
Daniel tenía claro que no era él quien podía darle la respuesta al rey, si no Dios. Ya se lo había dicho en otra ocasión: “Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer” (Daniel 2:27-28). Daniel recibió la interpretación de Dios, y todo se cumplió al pie de la letra.
¿Te has enfrentado a alguna situación que desafía tu fe? ¿Alguien te ha pedido que ores por una necesidad usando la frase: “porque tú estás más cerca de Dios”? ¿Qué observan en ti las personas que están a tu alrededor?
Somos llamados a andar en el Espíritu, a depender de su guía y sabiduría para todas las cosas. Si le das el control de todo tu ser, entonces los verás hacer grandes cosas en ti y a través de ti para la gloria de Dios.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 21 de febrero, 2024
“Hola, soy Eva”
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Génesis 3:6
Hola, soy Eva. Sí, la esposa de Adán. Mientras mi marido salió a buscar algo para comer, yo sigo añorando esos días en que vivíamos en el Huerto del Edén. ¡Qué tiempos maravillosos! Vivíamos con el máximo gozo que se pueda experimentar. No teníamos miedos, no había intranquilidad ni incertidumbre acerca del futuro. Nuestra relación con Dios era perfecta.
Pero ahora… Ay, no quiero recordarlo. ¡Por qué le hice caso a esa serpiente! Desobedecer a Dios fue lo peor que nos pasó. El mismo diablo me habló a través de ese animal y yo no me di cuenta. Me dijo que Dios nos estaba ocultando la verdad y le creí. De pronto, el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal me pareció más apetitoso que el resto de los frutos. Lo seguí mirando y pasó lo peor: lo codicié. Ese fue mi primer pecado, desobedecí la prohibición de Dios, y Adán hizo lo mismo que yo. A partir de ese momento todo cambió para mal.
Después de lo que hicimos, creo que merecíamos la muerte instantánea. Dios había sido claro: “el día que de él comiereis, moriréis”. Sin embargo, es tan grande su amor que nos permitió vivir; y además nos hizo una promesa: un día nos iba a redimir a través de uno de nuestros descendientes. Pero mientras tanto, íbamos a sufrir las consecuencias de nuestra desobediencia.
Si en el futuro alguien lee esta carta le diría que no desobedezca a Dios, tiene un final trágico. La codicia es mortal, te lleva a desear lo prohibido, lo que no te conviene. Lo que te diga el diablo siempre es mentira. Nunca vas a poder escapar de las consecuencias del pecado. El sentimiento de culpa y la vergüenza de haber defraudado a Dios es terrible.
No permitas que nada te aparte de Él. Si no está Dios en tu vida, en realidad no tienes nada. Yo lo descubrí cuando ya era tarde. Si de alguna manera te sientes débil o estás siendo tentado, acude a Dios, Él es el único que puede ayudarte. Escucha su voz y obedece sus palabras, entonces estarás seguro y el diablo no podrá robarte nada.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 20 de febrero, 2024
“Fuerzas para la pelea”
“Dios es el que me ciñe de poder… Quien adiestra mis manos para la batalla… Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea”. Salmo 18:32, 34, 39.
Si lees las historias de David verás que él no iba a buscar a sus enemigos, sino que ellos se levantaban contra él. Estaba obligado a pelear aunque no quisiera. Era Saúl quien lo perseguía por los celos que sentía. Los filisteos habían acogido a David por un año y medio, pero cuando supieron que era nombrado rey de Israel, salieron a pelear contra él. También lo hacían sus pueblos vecinos, y David sabía que muchas veces debería luchar aunque no tuviera fuerzas.
Creo que podemos identificarnos con él. Atravesamos días en que el mismo diablo y sus demonios se levantan contra nosotros a través de injurias, chismes, intimidación, amenazas, boicot en el trabajo, y un sinnúmero de dificultades que no quisiéramos tener que enfrentar. Sabemos que nosotros no provocamos la guerra espiritual, sin embargo estamos en medio de ella. No tenemos deseos de pelear, pero sabemos que si no nos levantamos el enemigo tomará ventaja.
David tenía claro esto, pero también que ganaría sus batallas si contaba con la intervención de Dios y permitía que Él lo “ciñera de poder”. Esta frase significa “rodeado de un ejército, de fortaleza”. ¿Quién puede resistir a un ejército celestial dispuesto a defender a un hijo de Dios?
Además sabía que era el Señor quien podía “adiestrar sus manos” para la batalla y darle “fuerza para la pelea”. Eso significa que nosotros también contamos con la dirección y sabiduría que nos da el Espíritu Santo para enfrentar al enemigo, y fuerzas físicas renovadas para pelear.
¿Comenzaste la semana enfrentando alguna batalla espiritual? ¿Sientes que no tienes fuerzas? Recuerda que el Todopoderoso está contigo. Toma tus armas espirituales y hazle frente al enemigo. El diablo no tiene nada que hacer frente a un hijo de Dios que hace uso de su autoridad espiritual. ¡No olvides que el diablo ya fue vencido!
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 19 de febrero, 2024
“¿Vas en la dirección correcta?”
“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos.” Proverbios 16:9.
Como no siempre conocemos lo que tenemos por delante en nuestra vida, necesitamos asegurarnos permanentemente de ir en la dirección correcta, y solo Dios puede ayudarnos con esto.
La palabra “enderezar”, en hebreo kun, significa “establecer, asegurar, confirmar, consolidar, ordenar”. Nosotros podemos planificar nuestro camino, pero el único que nos ayudará a ordenar nuestros pasos y evitar desvíos es el Señor.
No podemos mantenernos en la dirección equivocada simplemente por no querer doblegar nuestro orgullo. Necesitamos reconocer nuestras malas decisiones, nuestras percepciones erróneas, nuestros caprichos injustificados, y rendirnos totalmente a la dirección de Dios.
No existen mapas que te lleven al destino eterno fuera de la Palabra de Dios. Cuanto más la leas y la apliques a tu vida, más claro verás el camino. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. (Salmo 119:105).
Además, Dios ha provisto una ayuda sobrenatural para todos los que han recibido a Jesús como Salvador y Señor de sus vidas: El Espíritu Santo. Semejante a un GPS, Él es la guía permanente para nuestro andar diario. Su voz interior nos ayudará a saber si vamos en la dirección correcta, o por el contrario, nos avisará de caminos peligrosos o atajos que finalmente nos conducirán a calles sin salida.
¿Hacia dónde se dirigen tus pasos? ¿Estás seguro de ir en la dirección correcta? ¿Será que tienes que detenerte y evaluar el camino que has elegido seguir? Escucha la voz del Señor, medita en su Palabra, toma un consejo sabio y maduro espiritualmente, y si es necesario, da un giro rápido al “volante” de tu vida y toma el camino correcto.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 18 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“Respuestas que hacen la diferencia”
“Cuando los guardias del templo regresaron sin haber arrestado a Jesús, los principales sacerdotes y los fariseos les preguntaron: ¿Por qué no lo trajeron? ¡Jamás hemos oído a nadie hablar como él! -contestaron los guardias.” Juan 7:45-46.
Muchas veces los religiosos intentaron echarle mano a Jesús pero no pudieron. Estaban tan enojados con el Señor por decirles la verdad, que solo querían deshacerse de Él para acallar el mensaje intranquilizador de sus conciencias. Pero no había caso, una y otra vez fallaban en sus intentos.
En cierta ocasión enviaron a la “policía” de esa época para arrestar a Jesús, pero las palabras que estos hombres escucharon del Señor produjeron tal convicción en sus vidas que regresaron sin Él porque no encontraron ningún motivo para arrestarlo.
Las mismas palabras de Jesús son apreciadas por corazones espiritualmente sensibles y odiadas por corazones duros. El Señor sabe quiénes son los que habrán de creer y rendir sus vidas completamente a Él. Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.” (Juan 6:63-64).
El Señor sigue hablando. Sus palabras quedaron registradas en la Biblia para seguir transmitiendo vida. Él sigue salvando, libertando, restaurando, pero se requiere fe para que cada una de sus promesas se haga realidad en nosotros. Nuestra respuesta a sus palabras hará la diferencia.
Quiera Dios que nuestra respuesta sea la misma que la de sus discípulos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. (Juan 6:68-69).
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 16 de febrero, 2024
“Más de Jesús y menos de nosotros”
“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos”. Salmo 138:6
En este Salmo descubrimos, en pocas palabras, la manera de proceder de Dios con dos grupos muy diferentes de personas: los humildes y los altivos.
La palabra humildad en hebreo es shafál y hace alusión a las personas que han abatido su orgullo, que su altivez ha sido rebajada hasta el piso, que han tirado por tierra su soberbia. Tienen la disposición a escuchar el consejo de Dios y obedecerlo a pesar de ir contra sus propios gustos o beneficios personales.
El salmista dice que Dios “atiende” al humilde. Lo observa en sus luchas y prepara una salida a tiempo. Lo levanta cuando ha tropezado. Le da fuerzas cuando parece que es imposible seguir adelante. Le promete una recompensa eterna, porque solo los humildes recibirán la tierra por heredad.
Dios se goza con los humildes porque tienen un corazón dócil y están siempre dispuestos a aprender y obedecer. ¡Qué fácil es para Dios tratar con personas así!
Pero también está el grupo de los “altivos”. Esta palabra en hebreo es gaboáj y significa “elevado, alzado, arrogante; ponerse en alto, sobrepasarse, querer ser sublime”. Sabemos que Dios es amor, pero al altivo “lo mira de lejos”. No hay relación con él, porque una persona altiva no busca al Señor. Como podemos leer en Santiago 4:6 y 1 Pedro 5:5: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”
Jesús vino a ser nuestro ejemplo. Como Hijo de Dios tenía todo el derecho de mostrarse como el más grande de todos, pero nunca lo hizo. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
Hoy tenemos la oportunidad de aprovechar las circunstancias que vayamos a atravesar para crecer en humildad. Como diría Juan el Bautista: “Es necesario que el crezca y yo mengüe” (Juan 3:30).
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 15 de febrero, 2024
“Vuelve al redil”
“Ando sin rumbo, como oveja perdida; ven en busca de este siervo tuyo que no ha olvidado tus mandamientos”. Salmo 119:176.
Puede ser que no le hayamos prestado la debida atención a las palabras de este versículo. Sí, ya sé, pertenece al capítulo más largo de la Biblia, pero eso no significa que solo persigamos completar su lectura y después no recordemos nada de lo que dice. A ver… volvamos a leerlo. Ah, sí, el salmista se compara con una oveja descarriada.
Dicen lo que saben, que los animales más torpes y fáciles de extraviar son las ovejas. Por algo Dios siempre compara a su pueblo con este animal.
Todos nacimos descarriamos, incluyendo los que nacieron en un hogar cristiano. Alguien dijo: “No por nacer en un garaje soy un carro, tampoco por nacer en un hogar cristiano soy cristiano”. Estábamos fuera del redil a merced del león rugiente, el diablo, pero Dios no quiso dejar las cosas así. Él mismo se preocupó por rescatarnos. El Padre envió a su Hijo Unigénito como el Buen Pastor que “da su vida por las ovejas” (Juan 10:11), y cuando le recibimos como nuestro Salvador y Señor, pasamos a formar parte de su redil y comenzamos a disfrutar de su cuidado.
Sin embargo, a veces alguna oveja ve pastos que parecen más verdes más allá del rebaño y termina descarriada, apartada de la protección del Buen Pastor y sufriendo las consecuencias del desvío: culpa, vergüenza, miedo... entre otras cosas. ¿Qué hacer para remediar esto? ¿Se puede regresar otra vez al seno del Padre después de haberle fallado?
Esta es la respuesta del salmista: “Ven en busca de tu siervo”. Y justamente eso hace el Señor Jesús. Va a buscar a la descarriada, la toma en sus brazos, venda sus heridas y la trae otra vez al lugar de protección y bendición. ¡Siempre hay restauración para aquel que regresa a Cristo!
Déjame preguntarte: ¿Eres una de esas “ovejas” que se ha alejado de Jesús? Hoy el Señor vuelve a decirte: regresa. Él perdona a aquel que se arrepiente sinceramente y confiesa sus pecados. Dice la Palabra de Dios en Miqueas 7:19 que los arroja al fondo del mar y no se acuerda más de ellos.
Sus brazos permanecen abiertos, esperando que vuelvas a Él. Debes hacer una decisión. Regresa a tu Buen Pastor.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 14 de febrero, 2024
“Liberación en el día de la angustia”
“Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”. Salmo 50:15.
Dios sabe que algunas veces tenemos nuestros “días de angustia” y Él no pasa por alto nuestras aflicciones. “Angustia”, en el original hebreo, significa “estar en aprieto, en medio de un problema, confrontado por un rival; aflicción, calamidad, conflicto, tribulación, padeciendo una venganza”. ¿Te sientes identificado con algunos de estos significados?
Cuando estamos en aprietos por circunstancias desfavorables como una enfermedad, un problema laboral o económico, sentimos angustia principalmente porque no sabemos lo que nos espera en los días por venir. Sin embargo, creo que hay una aflicción más difícil de sobrellevar y es la provocada por una persona que nos conoce, tal vez un familiar, un amigo o un hermano.
El dolor en el alma puede llegar a ser más intenso que el dolor en el cuerpo. Cuando alguien que aparentemente era amable, atento, amigable, de pronto actúa como nuestro enemigo, nos produce un tipo de angustia difícil de describir con palabras y si no la tratamos debidamente, puede provocarnos un daño mayor y abrir nuestro corazón al rencor.
En ese momento es cuando Dios nos dice: “Ven a mí, dame tu carga, entrégame tu angustia y deja que yo me haga cargo”. Cuando le damos lugar para actúe como Él cree que es mejor, cuando dejamos de luchar en nuestras fuerzas y damos lugar a la justicia de Dios, entonces podemos experimentar paz.
¿Cuál es el fin de todo este proceso? Dios dice: “Tú me honrarás”. Le vamos a alabar por lo que habrá hecho a nuestro favor. Podremos proclamar su salvación y liberación de nuestra angustia.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 13 de febrero, 2024
“En el secreto de Jehová”
“Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? Jeremías 23:18.
Dios habló, habla y seguirá hablando a quien quiera escuchar. Dios habla de muchas maneras, aunque nos encantaría que lo haga con voz audible y a cada momento. Sin embargo, Dios es espíritu y se comunica espiritualmente (Juan 4:24).
Para comunicarnos con Dios y poder escucharlo es requisito indispensable que nuestro espíritu esté vivo. Esto es posible cuando recibimos a Cristo como Salvador; el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y da vida a nuestro espíritu entonces somos capaces de relacionarnos con Dios.
Cada día estamos rodeados de voces, entonces ¿cómo reconocer la voz de Dios? Pasando tiempo con Él, estando en su "secreto" (Jeremías 23:22a). Esta palabra en hebreo es sod que significa “compañía estrecha, comunión, consultar, sentarse junto, íntimo”. Dios está hablando de pasar tiempo a solas con Él.
En Mateo 6:6 leemos: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Fíjate que Jesús dice que debemos estar a solas con Él. No es lo mismo orar mientras conduces el carro, cuando tienes la atención en el tráfico; u orar mientras arreglas la casa o sales a hacer compras porque otras cosas están ocupando tu mente. Necesitas parar, buscar un lugar tranquilo y comunicarte con el Señor.
Dios quiere hablarte y nunca te dirá algo diferente a lo que dice su Palabra. El Espíritu Santo que mora en ti te recordará lo que ya dijo Jesús y te ayudará a discernir su voz de otras voces. Toma tiempo para estar con Él.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 12 de febrero, 2024
“Cobrar aliento”
“En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Salmo 94:19.
Qué complejo es controlar nuestros pensamientos en momentos difíciles. Una preocupación lleva a la otra y resulta en una cadena de pensamientos que abruman nuestra alma. Sabemos que Dios nos ama y que todo ayuda a bien, pero no encontramos sentido a lo que nos sucede. Comenzamos a experimentar ansiedad, temor, confusión y estas emociones parecen tomar el control de nuestra vida.
Si te sirve de algo, no eres el único, no eres la única. Hay muchas personas que se sintieron así pero encontraron la salida. La persona que escribió este salmo nos cuenta lo que hizo cuando su mente estaba saturada de preocupaciones.
Cuando la mente está dividida entre la realidad y la fe, entre las preocupaciones y las promesas bíblicas, hay que recurrir al Señor. Si hay algo que apacigua nuestros pensamientos y nos da paz es el “consuelo” celestial. Fíjate que el salmista dice “tus consolaciones”, evidentemente son las de Dios. La palabra hebrea para consolación es tankjúm que significa “compasión, solaz, suspirar aliviado, cobrar aliento, aliviar el alma”.
El consuelo de Dios es sobrenatural. Cambia la ansiedad por paz, los miedos por valor, el estrés por quietud, de modo que podemos suspirar aliviados porque nuestra alma encuentra el reposo prometido por Dios. Es tan impactante que el salmista dice que trae “alegría al alma”. La palabra hebrea para “alegrar” es shaá y significa “mirar con complacencia; acariciar, agradar, regocijarse, ser mimado”.
¿Qué necesitas recibir hoy? ¿Puedes sentir al Padre Celestial abrazándote? ¿Su mano secando tus lágrimas? ¿Impactado por su presencia?
Si puedes entregarle a Dios cada uno de tus pensamientos, tu espíritu tendrá reposo y tu alma se llenará de la alegría celestial. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Isaías 26:3.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 11 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“¿Quieres lo mejor?”
“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros...” Romanos 8:26.
¡Cuántas veces nos hemos enfrentado a una decisión 50/50! Me refiero al momento en que tenemos frente a nosotros dos opciones buenas, ya sea de trabajo, carrera, lugar donde vivir, ministerio, y no sabemos cuál es la mejor. ¿Qué hacer?
Dios nos ha creado con sentido común para saber qué es lo que se adapta mejor a nuestra personalidad, necesidades, formación, experiencia, edad, entorno. También nos ha dado una conciencia que nos alerta frente a opciones que no nos edifican espiritualmente. Pero sobre todas las cosas nos ha dado su Espíritu Santo que habita en nuestro espíritu desde el día que aceptamos a Cristo como Salvador y Señor para guiarnos y aconsejarnos.
En la vida nos encontraremos ante la alternativa de escoger entre dos cosas buenas, pero hay una que según el apóstol Pablo “nos conviene”. La palabra griega usada aquí para “conviene” es dei que significa “lo que debe ser, lo preciso”. Hay una opción que encaja perfectamente con los planes de Dios para nuestra vida y el Espíritu Santo quiere ayudarnos a saber cuál es. Pero necesitamos relacionarnos con Él de una manera humilde, sincera y obediente. Si solo queremos tener una “relación utilitaria”, su voz estará apagada en nuestro espíritu.
Si quieres lo mejor de Dios, necesitas rendirte completamente a Él y permitir que el Espíritu Santo te guie. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gálatas 5:25). En otras palabras, si él vive en ti, deja que te ayude a escoger lo que es mejor para tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 9 de febrero, 2024
“Respira aliviado”
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración”. Salmo 4:1.
David se encontraba bajo mucha presión. Le rodeaban personas que no tenían su mismo corazón. Muchos de ellos estaban esperando el momento en que tropezara para criticarlo y juzgarlo. Le tendían ciertas trampas para ver si caería en ellas con el propósito de condenarlo.
Frente a esta situación el salmista recurre a Dios. Él era el único que podía ayudarlo en su “angustia”. Esta palabra en hebreo es tsar que significa “estar estrecho; apretado; bajo la presión de un problema; aflicción, congoja, tribulación”. Cuántas veces nos hemos sentido así…
Una vez más, como lo había hecho en el pasado, Dios hizo “ensanchar” a David. Esta palabra en hebreo es rakjáb que significa “ampliar, aumentar, hacer espacioso”. Dios actúa sobre las presiones de tal modo que podemos respirar aliviados. Nuestro corazón se ensancha y hay más “espacio” en nuestra mente para pensar mejor.
¿Te sientes como David, “apretado”, bajo tribulaciones que no te dejan respirar? ¡Dios te hace ensanchar! Él es el Dios de nuestra justicia. Se hace cargo de lo que nos está angustiando y alivia nuestras presiones. Hay descanso y renovación en su presencia.
David sabía que Dios escuchaba sus oraciones y que le respondería. También a nosotros Dios nos escucha y nos responde cuando lo llamamos. Ve a Él y confía en su intervención.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 8 de febrero, 2024
“¿Difícil?”
“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”. Jeremías 32:27.
Dios le dijo a Jeremías que Jerusalén no se iba a librar de los babilonios porque habían pecado y se olvidaron de Él, pero después de disciplinarlos los restauraría. Para certificar esa promesa Dios le pide a Jeremías que compre una heredad. El profeta quedó desconcertado y le dijo a Dios: “La ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella y que con arietes la atacan para tomarla. Por causa de la espada, del hambre y de la peste ha venido a suceder lo que dijiste que sucedería, ¡y ya lo estás viendo! ¡Señor, Señor! ¿Cómo pudiste decirme que compre para mí el terreno, y que lo pague ante testigos, si la ciudad va a caer en manos de los caldeos?” (vs. 24-25).
Entonces Dios le hace la pregunta que todos deberíamos escuchar cuando nos encontramos en dificultades: “¿Habrá algo que sea difícil para mí?”. La palabra “difícil” en hebreo es palá que significa “hacer algo distinguido, grande, maravilloso, especial, cosa portentosa”. ¡Ese es nuestro Dios! Nada lo limita. ¿Cómo puede haber algo difícil para el Todopoderoso? ¡Nada que esté dentro de su voluntad dejará de cumplirse!
Cuando leemos la Palabra de Dios nuestra fe se nutre, madura, crece, se desarrolla. Entonces llegamos a creer que Dios todo lo puede. Victorias milagrosas, sanidades instantáneas, vidas transformadas, intervenciones sobrenaturales… Pregúntale a Lázaro, Sara, Elías, Pedro, Pablo, Josué, Gedeón y a millones de cristianos que experimentamos el poder de Dios por la fe.
Para el Señor no existen las palabras: difícil, imposible, desahuciado, irreparable, perdido. Lo que detiene sus obras maravillosas son: la incredulidad, la duda, el pecado, la rebeldía, la autosuficiencia. Pero cuando alguien se acerca a Dios con fe, se hace realidad lo que parecía imposible.
¿Qué hay de ti? ¿Todavía te parece que es difícil para Dios responder tú petición? ¿Crees que es imposible que cambie tu realidad? El Señor Jesús solo te pide que creas, que pongas toda tu confianza en Él. Todavía sigue diciéndonos: “Para los hombres esto es imposible; pero para Dios todo es posible.” (Mateo 19:26).
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 7 de febrero, 2024
"Gracias Señor por las Déboras"
"Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti?" Jueces 4:14
En los tiempos de los jueces, Israel había entrado en un círculo vicioso. Servían a Dios mientras gozaban de cierta estabilidad y prosperidad, pero luego se volvían a los ídolos. Dios permitía que naciones vecinas los oprimieran para que se arrepintieran, clamaban a Él y les enviaba un juez libertador. Pero con el paso del tiempo volvían nuevamente a los ídolos. Así se repetía una y otra vez la misma historia.
En este pasaje vemos que quien lideraba espiritualmente a Israel era Débora, una profetisa que Dios había levantado para restaurar a su pueblo. En ese momento estaban clamando por liberación de Jabín, rey de Canaán, y el Señor usó a Débora para nombrar capitán del ejército israelí a Barac. Sin embargo, él no se sentía seguro de poder llevar adelante esta tarea, entonces le pidió a la profetisa que lo acompañara a la guerra, de otro modo no iría, y ella aceptó. Gracias a Dios por las “Déboras” que Dios pone a nuestro lado. Yo tengo la mía, mi esposa Alexandra.
El ejército enemigo era muy superior en número y esto acobardó a Barac, pero Débora le animó con estas palabras: ¡Levántate, porque este es el día en que Jehová te da la victoria! Entonces Barac salió a pelear y Dios le dio una victoria aplastante. No quedó ni un solo hombre vivo del ejército enemigo. Lee toda la historia para conocer los detalles de esta épica victoria. (ver Jueces 4 y 5).
¿Te sientes hoy como Barac? Quizás este devocional encierre palabras de aliento como las de Débora para animarte a confiar en Dios.
Quizás estés enfrentando un gran desafío y tu alma se sienta desfallecer porque no sabes cómo solucionar esa situación. Si pones tu confianza en tus recursos o habilidades puede ser que las cosas empeoren, pero si te apoyas en el Señor y crees que “Jehová ha salido delante de ti” para ayudarte en tu necesidad, Él te dará la victoria.
El Señor se goza en dar evidencias de su poder por medio de la vida de sus hijos. La clave es mirar más allá de nuestras limitaciones y confiar en la suficiencia perfecta de Jesucristo. El Señor ha prometido estar contigo y ayudarte en todo (ver Isaías 41:10).
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 6 de febrero, 2024
“No dudes”
“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.” Mateo 14:28.
Imagino al apóstol Pedro escribiendo en su diario las experiencias que tuvo con Jesús.
“Queridos hermanos y hermanas que llegarán a leer estas palabras, soy Pedro, sí, el pescador rescatado por la gracia de Jesús. Hoy me pasó algo fascinante, espectacular.
Todos los discípulos de Jesús salimos en la barca de mi familia al otro lado del lago de Genesaret. En realidad le decimos Mar de Galilea porque es bastante grande como para decirle solo lago. Jesús nos dijo que se reuniría con nosotros más tarde. No quise preguntar sobre sus motivos y tampoco en qué barca llegaría. En fin, los doce salimos hacia allá. A la mitad de nuestro viaje se levantó una tormenta feroz. Entraba agua por todos lados. Todos intentamos hacer algo porque sabíamos que teníamos pocas probabilidades de salir vivos.
De pronto vimos que algo se movía, venía caminando sobre las olas hacia nosotros y creímos que era un fantasma, pero al acercarse un poco más nos dimos cuenta que era ¡Jesús! Con su voz inconfundible nos dijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Wooow… ¡¿Jesús también camina sobre el agua?! ¡Increíble! Enseguida me olvidé de la tempestad.
Desde la barca le grité: “¡Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”! Y para mi sorpresa la respuesta fue: “Ven”. Para serles honesto, no lo pensé mucho. Simplemente obedecí. Pegué un salto y no sé si me creerán, pero… ¡el agua estaba firme bajo mis pies! ¡Qué sensación extraordinaria! Pero de repente, una ola golpeó mi cara y me di cuenta que era una locura lo que estaba haciendo. Entonces, en un instante, mi atención volvió a estar en la tormenta y comencé a hundirme. Jesús se dio cuenta y se acercó para darme la mano y ayudarme a volver a la barca. Después de esto, me hizo una pregunta que hasta el día de hoy resuena en mis oídos: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”
Algunos de mis amigos estaban tentados a burlarse de mi fracaso, pero yo les dije: “Muchachos, ¿qué hacían ustedes en la barca mientras yo paseaba con Jesús sobre las aguas?” Silencio.
De esa experiencia aprendí que si Jesús da una palabra la cumple y no hay nada imposible para Él; pero yo debo creer. Como dijo el Señor: “Al que cree, todo le es posible”. Y tú, ¿crees?
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 5 de febrero, 2024
“Andemos por el Espíritu”
“Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo.” Lucas 2:25-27.
Simeón era distinto a los demás. Sus palabras, actitudes y acciones reflejaban algo sobrenatural en él. Lucas nos dice exactamente de qué se trataba: “El Espíritu Santo estaba sobre él”.
Este hombre tenía una relación estrecha con el Espíritu Santo. Su conducta manifestaba justicia y piedad, pero también esperanza. Sabía que si alguien podía cambiar el rumbo pecaminoso del pueblo era el Ungido de Dios, el Mesías esperado por tantos años. En uno de sus tiempos de oración diaria escuchó la voz de Dios diciéndole que iba a ver con sus propios ojos la llegada del Salvador. ¡Qué relación tan estrecha con Dios!
Esa relación no era teórica sino que se evidenciaba en sus acciones. Simeón era obediente a la voz de Dios. Cuando José y María llevaron al bebé Jesús al templo para dedicarlo, él supo que debía ir urgentemente, fue “movido” por el Espíritu. Al llegar, supo que estaba en presencia del Hijo de Dios y mientras lo sostenía en sus brazos, no solo lo bendijo sino que el mismo Espíritu Santo le dio una palabra profética acerca de la obra redentora que llevaría a cabo el Mesías.
Esta historia es un ejemplo de lo que el Espíritu de Dios hace en los que tienen una relación estrecha con Él. Jesús es el ejemplo perfecto de esa relación. Toda su obra fue hecha impulsado por el Espíritu Santo. Él se “despojó” de toda su gloria para actuar bajo el poder del Espíritu. Entonces, si el Espíritu Santo actuó con poder en Jesús, también lo hará en nosotros.
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. (Juan 16:7). Ahora, el Espíritu de Dios habita en todo aquel que ha recibido a Cristo como Salvador. Pero no solo vino para morar, sino a estar activo en nuestra vida cada día.
El propósito de Dios para cada uno de sus hijos es que nos rindamos al gobierno del Espíritu Santo. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." (Gálatas 5:25). En otras palabras, si él vive en ti, ¡deja que te dirija!
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 4 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“No desvíes tu mirada”
“Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.” Proverbios 4:25-27.
Salomón, el rey sabio por excelencia, nos deja este consejo inspirado por el Espíritu Santo. Debemos tener nuestra mirada en lo que nos edifica, en lo productivo, en lo que trae crecimiento.
Para que esto sea posible, cada día de nuestra vida debemos saber muy bien a quién miramos. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. (Hebreos 12:2ª). Jesús ya ha pasado por el camino que nosotros estamos transitando, sabe de qué se trata y puede ayudarnos a recorrerlo para que no nos salgamos del camino.
Satanás no quiere que avancemos en línea recta. Hará todo lo posible para desviar nuestra mirada del Señor. Cuando aparecen situaciones difíciles de resolver tratará de sembrar dudas acerca del poder de Dios y nos animará a creer que las “soluciones” están en nosotros u otras personas, pero no en Dios. Ya sabemos que el diablo es un mentiroso, por lo tanto, no debemos desviar nuestra mirada del Todopoderoso.
El diablo también nos animará constantemente a tomar atajos, vías alternativas que parecen más rápidas o placenteras, pero que nos alejarán de nuestro destino. Jesús nos dijo que el camino de rectitud que nos lleva a la vida eterna es angosto. Por eso no debemos “desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda”.
Tengamos en cuenta que tampoco sirve mirar hacia atrás porque tropezaremos. Si solo nos aferramos a los recuerdos, no daremos lugar a lo nuevo. Si damos lugar a la culpa antes que al perdón de Dios, detendremos nuestra marcha. El apóstol Pablo nos exhorta a “olvidar lo que queda atrás, y extendernos a lo que está delante” (Filipenses 3:13b).
Cuando el camino te parezca difícil, mantén tu mirada en Jesús. Él estará sosteniendo tu mano para que no tropieces. “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. (Isaías 41:13).
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 2 de febrero, 2024
“¿Arrojarás la piedra?”
“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: ‘Déjame sacar la paja de tu ojo’, cuando tienes una viga en el tuyo?” Mateo 7:3-4.
La Hermana Cleta miraba por la ventana de su casa al patio de su vecina cuando vio que colgaba sábanas recién lavadas para que se secaran al sol. Ella no podía creer lo sucias que se veían aunque las acababa de lavar. “¡Increíble! ¡Qué mujer sucia! ¡No sabe lavar la ropa! ¡Así debe estar toda su casa…!” Y mientras seguía hablando mal de su vecina se acercó un poco más a su ventana y se dio cuenta que los que estaban realmente sucios eran sus vidrios.
¿Te sientes identificado de alguna manera con la “Hermana Cleta”? Creo que todos, en mayor o en menor medida, miramos primero lo que está mal en otros, pero nos resulta difícil reconocer nuestras propias faltas. Parece que siempre tenemos un justificativo para nuestros errores.
En este pasaje el Señor deja claro que no podemos asumir el papel de jueces mientras pasamos por alto nuestros propios pecados. Y lo ilustró de manera simple: el que tiene una viga en su propio ojo no puede ocuparse de una pajita en el ojo ajeno. Literalmente puede haber una basurita en el ojo de alguien, pero obviamente no habrá una viga, sin embargo, el Señor usó estas imágenes para que no quedaran dudas acerca del mensaje que quería transmitir.
Un ejemplo de esto lo encontramos en la historia de los religiosos que llevaron ante Jesús a la mujer sorprendida en adulterio. Por supuesto ella había pecado, pero ellos actuaron como si sus vidas fueran intachables. Por eso la respuesta del Señor fue: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.
¿Prohíbe entonces Jesús que saquemos la “paja” del ojo de nuestro hermano? No. En el versículo 5 leemos: “…saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Lo que Jesús nos pide es que primero tengamos la actitud correcta ante nuestras propias faltas.
Que podamos actuar como el publicano que ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: ¡Dios, ten compasión de mí, y perdóname por todo lo malo que he hecho! (Lucas 18:13).
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 1 de febrero, 2024
“Bendecido”
“Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos... Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.” Nehemías 2:4,8b.
Nehemías vivía lejos del hogar de sus antepasados. Desde Susa, la capital del imperio de Artajerjes, le llegó la noticia de que Jerusalén estaba destruida, sin puertas, sin muros, y que los enemigos entraban y salían sin problemas. Al escuchar esto se le partió el corazón y supo que debía movilizarse para restaurar la tierra de sus antepasados.
La tarea que Nehemías tenía por delante era enorme, y se atrevió a hablar con el rey sobre esta situación. Entonces el gobernante le preguntó qué necesitaba, pero antes de responderle oró. Finalmente el rey le concedió todo lo que le pidió porque la mano benéfica de Dios estaba sobre Nehemías. La palabra “benéfica” en hebreo es tob que significa “que hace el bien, que da cosas buenas, en abundancia; agradable, que da bienestar, prosperidad”.
El Señor es bueno y su mano se mueve de acuerdo con su corazón. Si no estás convencido, vuelve a leer la definición de tob y aplícala a tu vida.
La mano de Dios es la extensión de su carácter benevolente. Cuando nos ama, nos abraza; cuando nos consuela, nos acaricia; cuando tenemos necesidades, nos provee; cuando estamos perdidos, nos indica el camino; cuando tropezamos, nos levanta.
Por supuesto, para recibir las bendiciones que vienen de la mano de Dios hay que tener una relación con Él. Esto es posible si has recibido a Jesús como Salvador y Señor de tu vida. A partir de ese momento Él te considera su hijo y su mano benefactora estará sobre ti.
Pastor Pablo Giovanini
Lunes 18 de marzo, 2024
“Lo hará a su manera”
Vivimos en el tiempo de lo instantáneo, todo lo queremos ahora; a nadie le gusta esperar. Esta “pauta”, incluso, intentamos aplicarla en nuestra relación con el Señor. Pero es necesario que recordemos, una y otra vez, que Dios es el dueño del tiempo y nada ni nadie puede atrasar o adelantar su “reloj”.
En cierta ocasión le trajeron a Jesús un ciego y le rogaron que lo sanara. Pero había un problema en ese lugar: No había fe. Jesús ya había expresado su dolor por la incredulidad de las personas de Betsaida. (Lucas 10:13).
La gente quería que el Señor pusiera las manos sobre el ciego y resolviera el caso rápidamente, pero Él hizo algo que dejó perplejo a todos, incluso a nosotros al leer la historia casi dos mil años después. “Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” Marcos 8:23-25.
Jesús no sanó instantáneamente a este hombre. ¡Qué frustración para muchos! Quizás algunos se habrán preguntado: ¿Estará perdiendo su poder Jesús? De ninguna manera, el Señor sabía lo que estaba haciendo. Comenzó dándole una visión parcial, pero el hombre no se conformó con esto, permaneció al lado de Jesús hasta que completó el milagro. Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos y ¡vio claramente!
Qué duda cabe que todos queremos una respuesta de Dios ya y ahora, pero a veces el Señor tiene otros planes. Él puede responder oraciones de una vez, pero en otras ocasiones lo hace poco a poco. Siempre actúa de acuerdo con los propósitos que espera cumplir en nuestra vida.
Por eso hoy quiero animarte a que no desmayes ni te des por vencido, espera en Él. El Señor está trabajando en ti. A veces lo hace silenciosamente y otras veces irrumpe con todo su poder, pero nunca faltará a sus promesas. “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” (Salmo 37:5).
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 17 de marzo, 2024
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¡Dios te bendiga!
“Espera con paciencia”
“Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación”. Job 14:14b.
¡Cuántas penurias pasó Job! Cuando leemos su libro, pensamos que son demasiadas pruebas juntas para una sola persona. Algunos también llegan a pensar como los amigos de Job: “Y, algo habrá hecho…”. Pero leyendo todo el libro descubrimos que este hombre era justo delante de Dios y todas sus pruebas no eran producto de vivir impíamente. Había una discusión en el cielo, y Satanás finalmente tuvo que aceptar que Job no dejaría de amar a Dios aunque estuviera a punto de perder la vida.
En medio de las acusaciones de sus amigos, Job nos dejó el versículo que hemos leído al comienzo como una declaración de esperanza. Él esperaría solo en Dios, porque solo de Él podría venir su liberación.
Cuántas lecciones aprendemos de Job, pero fíjate que Santiago, el hermano de Jesús, destaca lo más importante: “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” (Santiago 5:11). Lo que destaca es… ¡la paciencia!
Esperar la salida que Dios hará cuando estamos atravesando dificultades demanda paciencia. Él nunca nos hará perder el tiempo o retrasará una respuesta porque quiere mortificarnos. Durante el tiempo de espera siempre hay propósitos que se están cumpliendo en nuestra vida, y si actuamos en nuestras fuerzas, sin ir al ritmo del Señor, podemos retrasar las respuestas que necesitamos.
Debes estar seguro de que desde el mismo momento que entregaste tu problema a Dios, Él comenzó a trabajar. Ahora debes recurrir a la ayuda sobrenatural del Espíritu Santo para que puedas espera con paciencia y descansar en la seguridad de que Él hace más de lo que le pedimos o entendemos por amor a nosotros.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 15 de marzo, 2024
“Sana mi corazón”
“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.” Jeremías 17:14.
El maltrato que sufrió Jeremías fue terrible. Acusado falsamente, golpeado, echado en una cisterna con el propósito de matarlo, puesto en la cárcel, aborrecido por sus parientes y compatriotas. Sus mayores quejas no fueron por los daños que recibió externamente, sino más bien internamente. El dolor que produce el ser defraudados, traicionados, engañados, acusados y olvidados puede ser más intenso que el dolor físico. Este era el caso de Jeremías; por eso su corazón necesitaba sanidad.
Proverbios 12:18 dice: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada”. De manera intencional, hay personas que hablan con el propósito de causar daño, sienten placer lastimando a otros con palabras destructivas. Abren heridas que apagan el gozo y matan la esperanza.
Hay otras personas que tienen el corazón lleno de amargura, desilusiones, enojos, que piensan que todos los seres humanos son iguales y transfieren su resentimiento a todo el que se le cruza. Romanos 3:13-14 dice: “Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura”.
Si hemos sido blanco de este tipo de personas, existe la posibilidad que hayamos dejado entrar algo de veneno en nuestro corazón y lo dañara. Si es así, debemos correr a la presencia del Señor como hizo Jeremías y pedirle que sane nuestro corazón. Sus palabras son medicina.
Dios nos quiere dar un corazón sano para que podamos decir como Jeremías: “porque tú eres mi alabanza”. Que de nuestros labios ya no salga más queja, enojo, dolor, sino alabanzas al Señor por lo que está haciendo dentro de nosotros.
No creas más las mentiras del enemigo. Ya no permitas que tus pensamientos y decisiones estén condicionados por lo que dicen los demás. Tienes una nueva vida en Cristo. Deja que Dios sea tu abogado y tu Juez. Escucha sus palabras: “Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado” (Isaías 43:4a). Esta es la verdad.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 14 de marzo, 2024
“Tome aliento tu corazón”
“Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.” Salmo 31:24.
Si lees todo el Salmo 31 verás que David lo escribió en un momento de angustia, tristeza, dolor y agotamiento. No sabemos exactamente qué provocó ese estado de ánimo, pero si has leído sus historias en la Biblia sabrás que este rey pasó por situaciones muy difíciles.
Por años fue perseguido por el rey Saúl, por los filisteos, por los amonitas y moabitas, por los de la tribu de Benjamín, por su amigo íntimo, ¡hasta por sus hijos!, pero cuando se encontraba en cualquiera de esas situaciones, clamaba a Dios y confiaba que Él lo ayudaría en su necesidad.
Hay momentos en que sentimos que no tenemos en quién confiar. Nuestros seres queridos están sobrellevando sus propios problemas, nuestros amigos no nos entienden como quisiéramos, y quienes podrían darnos un buen consejo no están disponibles. ¿Será esta una estrategia del cielo para encontrarnos con el Soberano Señor?
Fíjate lo que hacía este rey de Israel: Se refugiaba en el Señor. Puedes volver a leer nuestro versículo de cabecera y lo vas a encontrar en cada una de sus situaciones límite. Las respuestas venías exclusivamente de Dios. Siempre encontró fortaleza en la debilidad, esperanza en las crisis, perdón en el arrepentimiento, nuevas fuerzas en el agotamiento, y aliento al corazón cuando parecía desmayar.
Puede parecer obvio, pero la manera de mostrar nuestra confianza en Dios cuando estamos abrumados es apartándonos del problema y volviéndonos a Él. Hacerlo podría parecer poco aconsejable, ya que un problema puede ser tan grande que exija que le prestemos nuestra total atención. Sin embargo, confiar en Dios durante una prueba significa llevar nuestra necesidad primero a Él.
En medio de dificultades, algunas veces nos inclinamos a superarlas utilizando nuestras propias fuerzas, pero la realidad es que eso nunca es efectivo, al menos no por mucho tiempo. En cambio, el Señor quiere que nos acerquemos a Él y creamos que es nuestro Ayudador.
Las tormentas de la vida vendrán, pero al confiar en Dios a través de ellas, nuestro corazón volverá a tomar aliento y nos mantendremos firmes sabiendo que, pase lo que pase, estamos cerca de Aquel que nos ayudará a superarlas.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 13 de marzo, 2024
“Quietos y confiados”
“Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” Éxodo 14:14.
El pueblo de Israel por fin salió de Egipto, pero poco después el ejército de Faraón estaba detrás de ellos y el Mar Rojo enfrente. No había forma de escapar, solo podían esperar lo peor. Pero Dios habló: “Yo pelearé esta batalla por ustedes”. Cuántas veces nosotros hemos leído, creído y aplicado esta promesa a una situación de necesidad.
Si prestas atención al versículo, la primera parte incluye una acción de Dios, que es en la que siempre nos concentramos, pero luego menciona algo que se espera de nosotros. Mientras el Señor pelea nuestras batallas, nosotros debemos estar tranquilos.
Hay versiones que traducen esta parte del versículo “vosotros estaréis quietos”, y otras “vosotros estaréis callados”. Si de verdad permanecemos tranquilos dejaremos de decirle a Dios cómo debe hacer las cosas. Si creemos que Dios peleará por nosotros, entonces debemos descansar confiados.
El autor del libro de Hebreos menciona que Israel vio a Jehová pelear sus batallas, pero nunca pudieron permanecer tranquilos, nunca pudieron entrar al reposo, al descanso por la fe, y nos exhorta a nosotros hoy: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.” (Hebreos 4:1-2).
Cuando nuestra fe tambalea, no solo podemos tomar malas decisiones, sino también muy costosas. Los israelitas vagaron cuarenta años en el desierto porque la nación permitió que la incredulidad se impusiera a la fe en las promesas de Dios. Si creemos que Él se encarga de nuestras batallas, entonces vivamos como si ya hubiésemos vencido. Así es como se manifiesta la fe verdadera.
Mientras Dios pelea la batalla por ti, alábalo por sus proezas, adórale por su fidelidad, agradécele antes de la victoria. ¡Tranquilo, que Dios es experto en ganar batallas que parecen perdidas!
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 12 de marzo, 2024
“Jesús te sustenta aun en el dolor”
“Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás su cama en su enfermedad.” Salmo 41:3.
No somos superhéroes. Somos simples mortales expuestos a sufrimiento, dolor y enfermedades. Desde el momento en que Adán y Eva pecaron, el sufrimiento invadió la tierra, todo se ha deteriorado a causa del pecado.
Que alguien se enferme o no, no lo hace ni más ni menos espiritual. El mismo apóstol Pablo dijo: “¿Quién enferma, y yo no enfermo?” (2 Corintios 11:29). Todos somos vulnerables, pero contamos con Dios para atravesar los tiempos de dolor y enfermedad. ¡Nunca nos desampara! ¡Nunca nos deja solos! De Él vienen los recursos que necesitamos para atravesar las pruebas.
El salmista David dijo que el Señor nos “sustentará sobre el lecho del dolor”. Sustentar en hebreo es saád que significa “sostener, respaldar, confortar”. El Señor nos fortalece física, espiritual y emocionalmente. Nos rodea con sus brazos y nos recuerda que esto también pasará.
También Dios promete “mullir” la cama del que está enfermo. La palabra mullir en hebreo es jafák que significa “cambiar, voltear, mudar”. Preparar el colchón o almohada para que esté blanda y esponjosa. Alguien que cuida a un enfermo lo ayuda a darse vuelta en la cama cuando el dolor y la debilidad no se lo permiten. Así es el Señor. Nos ayuda a sobrellevar los tiempos difíciles, hace más ligera la carga. Como una madre o un padre que asiste a su hijo enfermo hasta que se recupere, así actúa nuestro Padre Celestial.
El Señor te conoce, sabe por lo que estás pasando, siente tu dolor antes que tú. Quizás has llegado a pensar que se olvidó de ti o que no escucha tus oraciones, pero Él te escuchó desde la primera vez que clamaste y comenzó a obrar en ti.
“Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. Isaías 41:13. ¡Dios nunca te fallará!
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 11 de marzo, 2024
“La verdadera recompensa”
“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Apocalipsis 2:10.
Esta es una promesa que se cumplirá cuando estemos en la eternidad. Es algo que el apóstol Pablo tenía presente siempre, incluso al momento de su muerte le aseguró a Timoteo que su carrera había acabado y que ahora le esperaba la corona de justicia. (2 Tim. 4:8).
Hay dos palabras griegas para “corona”. Una es diadema que hace referencia a la corona de un rey como símbolo de gobierno y autoridad. En el Nuevo Testamento leemos que esta corona está puesta en Jesucristo y nunca se la menciona sobre las cabezas de los cristianos. La otra palabra es stéfanos que hace alusión a la corona de laureles que recibían los atletas griegos que lograban la victoria en sus competencias. Esta es la corona que cada hijo de Dios recibirá por haber llegado a la meta.
El apóstol Pablo nos recuerda que diariamente debemos pelear la batalla de la fe y que un día recibiremos la recompensa. “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” (1 Corintios 9:25).
Imagínate el momento en que estemos delante de Cristo y nos coloque una corona stéfanas. El gozo será desbordante, la felicidad eterna, la satisfacción de haber vivido para su gloria no tendrá límites. Sin embargo, en el mismo momento que la recibamos, sabremos que no la merecemos. ¡Todo ha sido obra del Señor!
Por eso, haremos lo mismo que los veinticuatro ancianos que vio Juan simbolizando a la Iglesia de todos los tiempos, nos postraremos ante el Señor y arrojaremos nuestra corona a sus pies. “Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Ap. 4:10-11).
Medita en lo que has alcanzado, ¿no es todo mérito de Jesús? La recompensa suprema será proclamar la gloria de Dios por toda la eternidad. ¡Digno es el Señor de recibir toda la gloria, honra y alabanza hoy y siempre!
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 10 de marzo, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“¿Qué haces aquí?”
“Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:13.
¿Conoces el verbo “encuevar”? Según la Real Academia Española significa: “Meterse o encerrarse en una cueva o hueco”.
Bíblicamente hablando, las cuevas nunca fueron un lugar para ir de paseo o de vacaciones. Cuando alguna persona se metía en una cueva tenía una connotación negativa. La propiedad que Abraham le compró a los hititas fue la cueva de Macpela para usarla como cementerio. Lot vivió miedoso el resto de su vida encerrado en una cueva. David se metió y vivió en la cueva de Adulam por bastante tiempo al ser perseguido por Saúl. Abdías, en tiempos del rey Acab, escondió a cien profetas en dos cuevas para protegerlos de la muerte.
Claro, también Elías terminó encerrado y deprimido dentro de una cueva. Allí se le apareció Dios mismo y lo primero que le preguntó fue: “¿Qué haces aquí?” Un hombre de Dios que manda que descienda fuego del cielo y que detiene la lluvia y la sequía… ¿¡encerrado!?
Hoy, no necesitamos una cueva real para encerrarnos. Simbólicamente hablando, podemos aislarnos cuando alguien daña nuestra autoestima, traiciona nuestra confianza, fracasamos en un desafío, nos abandonan… Estas y otras situaciones pueden hacernos sentir vulnerables, tristes, desamparados, débiles, inseguros, y llevarnos a desear pasar el resto de nuestra vida en silencio y soledad.
La voluntad de Dios nunca es que sus hijos se encierren y se compadezcan de sí mismos. Si prestas atención, Dios llamó a Elías desde afuera de la cueva. Las respuestas que necesitaba no las iba a encontrar en el encierro. Lo mismo sucede con nosotros hoy. El Señor está afuera de nuestra cueva llamándonos y preguntándonos: “¿Qué haces aquí?”
Confronta con la ayuda del Señor aquello que contribuye a tu aislamiento y encontrarás la manera de superarlo.
Dios te quiere afuera de la “cueva”, lleno de gozo, esperanza y con deseos de vivir para su gloria.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 8 de marzo, 2024
“Misericordioso Salvador”
“Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio vida nueva por medio del Espíritu Santo”. Tito 3:4-5.
La historia de la humanidad se divide en dos: Antes y después de Cristo. Nuestra historia también. Antes de conocer a Jesús y recibirlo como nuestro Salvador y Señor éramos parte de la multitud que sigue el camino que conduce al infierno: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.” (v. 3). ¡Pero algo maravilloso sucedió! Escuchamos la verdad del evangelio y decidimos entregarle nuestra vida entera a Jesucristo.
Según la Palabra de Dios, nadie puede guardar los mandamientos de Cristo si primero no ha sido salvo, porque necesitamos una obra sobrenatural en nuestro espíritu y se llama: Regeneración. Imposible hacer esto con nuestras obras, nuestra obediencia, nuestro autocontrol. Solo el Espíritu Santo es el que lo hace a través de nosotros y a partir de allí es que podemos amar a los enemigos, renunciar a todo lo que nos pertenece, bendecir al insoportable, no juzgar a los demás, estar dispuestos a dar la vida por Jesús y servirle con un corazón gozoso y humilde. Además, es el Espíritu Santo el que hace también una renovación continua en nuestro espíritu.
La Palabra de Dios nos exhorta a recordar que hemos sido salvos por misericordia y no por alguna buena obra que hubiéramos hecho. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9.
¡Somos justificados por la gracia de Dios! Él nos ve como si nunca hubiésemos pecado, y nos ha librado de culpa y cargo. Tenemos entrada a su presencia continuamente, somos capacitados con poder del Espíritu para obedecerle y además, nos espera una herencia eterna en los cielos. “Para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (v. 7).
¿No te parecen razones suficientes para pasar el día agradeciendo y alabando al Señor por lo que hizo en tu vida?
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 7 de marzo, 2024
“Modelo de servicio”
“De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot…Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios.” 1 Crónicas 25:3.
Lamentablemente muchos se saltean las genealogías de la Biblia porque no ven su propósito. En el versículo citado tenemos un buen ejemplo. Se menciona a Hemán y aparecen los nombres de sus catorce hijos. Si prestas atención, descubrirás por qué Dios decidió incluirlos en la Biblia.
Tal vez te sorprenda saber quién es Hemán. Su padre se llamaba Joel y su abuelo… ¡Samuel! (1 Cr. 6:33). ¡Quién no conoce al profeta que ungió a David para ser rey! Lo cierto es que este nieto podría haber vivido a la sombra de la gran figura de su abuelo, pero lo que Hemán recibió desde niño lo llevó a amar a Dios y a decidir servirle con entusiasmo y excelencia.
Lo llamativo es que tuvo ¡catorce hijos y tres hijas! Si tú estás preocupado por uno o dos, imagínate lo que fue criar a 17. A pesar del desafío, este levita tomó tiempo para enseñarles música a sus hijos, un instrumento a cada uno, y los ensambló para formar una orquesta. Ministraban en la presencia de Dios y lo hacían con excelencia. Esa era la medida para servir en el Templo en los tiempos de David. Nadie que no tuviera pasión por el Señor pasaba el umbral de la casa de Dios.
La historia de Hemán debe motivarnos a ser responsables de la parte que nos toca: Llevar a nuestros hijos a los pies de Cristo para que tengan una fuerte y viva relación con Él y anhelen servirle.
Si todavía no eres padre o madre, prepárate. Si lo eres, no te canses de sembrar en la vida de tus hijos. Motívalos a amar y a tener experiencias reales con Jesucristo. No estás solo, el Espíritu Santo te dará sabiduría, paciencia, discernimiento y autoridad.
¡Qué tus hijos puedan ver en ti, el privilegio y el gozo de servir al Señor!
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 6 de marzo, 2024
“El gozo de servir”
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:26
Cuando Jesús habla de servirle, utiliza una palabra (diako) que se usaba para describir a un ayudante, un mesero, o aquel que hacía tareas domésticas. También se usaba para describir a la persona que ayudaba al anfitrión de un banquete.
En el pasaje de Juan, el Señor está invitándonos a ser sus siervos. ¡Qué privilegio es poder hacer cualquier tarea para Jesús! Sin embargo, en los tiempos que corren, pocos aceptan y valoran esta invitación. Hoy se persigue con más empeño ser servido que servir, olvidando el ejemplo que nos dio el Señor que se despojó voluntariamente de su gloria y se hizo siervo, humillándose a sí mismo por amor a nosotros.
El Señor ha planeado para cada uno de sus hijos diferentes oportunidades para servir a otros. Y no solo hizo un plan, sino que junto con el plan vienen los recursos. Nadie puede decir que no es apto para servir al Señor, porque en realidad no se trata de lo que nosotros podemos hacer, sino de lo que le dejamos hacer a Él través de nosotros.
Recuerda, servir no se trata ver cuánto tiempo te sobra para hacer algo en tu iglesia o a favor de alguien. Servir es una manera más de manifestar nuestro amor al Señor y nuestro compromiso con la comisión que nos ha dado.
Las tareas son diversas, los ministerios variados, pero lo más importante no es lo que hacemos, sino a Quién servimos. No pierdas más tiempo, sirve al Señor, y que cuando llegue el momento de encontrarte cara a cara con Él, que puedas escuchar: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor”.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 5 de marzo, 2024
“Mantente escuchando a Dios”
“Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”. 1 Samuel 8:6-7.
Samuel fue un profeta que cumplía al pie de la letra todo lo que Dios le decía, pero eso no significaba que todas las personas aceptaran su liderazgo sin quejarse. Después de muchos años de ser dirigidos por este fiel hombre de Dios, el pueblo le pide un rey “como tienen las demás naciones”. Ya no querían ser dirigidos por Samuel, ahora querían lo que tenían los otros países, sin importar si era bueno o malo.
“Pero no agradó a Samuel esta palabra”. Ponte en sus zapatos. Después de invertir su vida en guiar y cuidar al pueblo, ahora simplemente lo desechan. Frente a esta situación, lo mejor que pudo hacer el profeta fue ir a Dios y expresarle lo que sentía. La respuesta fue muy significativa: “No te han desechado a ti sino a mí”. En otras palabras: “No lo tomes como algo personal, esta petición significa que ya no quieren que reine sobre ellos. Dales lo que quieren”. El resto es historia. Israel muy pocas veces disfrutó de reyes compasivos, bondadosos y espirituales.
A veces nos sentimos identificados con Samuel cuando hablamos de Cristo con amor y nos rechazan, cuando nos brindamos con todo nuestro ser y nos devuelven mal. Sí, oramos como Samuel y le manifestamos toda nuestra tristeza, frustración, enojo e impotencia a Dios. La respuesta será la misma: “No lo tomes como algo personal, no te están rechazando a ti sino a mí”.
¿Qué hizo Samuel después de escuchar a Dios? Siguió siendo fiel. Aunque el pueblo manifestara arrepentimiento de tanto en tanto o derramara alguna “lágrima de cocodrilo”, Samuel sabía que su misión terminaría solo cuando Dios se lo dijera. Muchos años después, cuando Saúl ya reinaba sobre ellos, Samuel dijo: “Lejos estará de mí pecar contra el Señor dejando de rogar por ustedes; al contrario, me comprometo a instruirlos en el camino bueno y recto”. (1 Samuel 12:23). ¡Qué corazón, Samuel!
No desmayes por la opinión que otros tengan de ti. Mantén tu corazón sano. Continúa con tu misión escuchando solo a Dios. Espera en la justicia divina, pero sobre todo en su misericordia. Un día delante del tribunal de Cristo escucharás al Señor decir: “Bien buen siervo y fiel”.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 4 de marzo, 2024
“Levanta tu mirada”
“Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.” Salmo 34:5.
Este salmo fue escrito por David después de haber experimentado el cuidado de Dios en medio de los filisteos. Su relato nos detalla cómo intervino Dios de manera poderosa cuando él decidió poner su confianza en el Señor.
Mirar a Jesús no es un evento único. Hebreos nos dice que debemos hacerlo constantemente: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. (Hebreos 12:2-3). Para perseverar, no cansarnos ni desmayar, debemos mantener nuestra mirada en Cristo.
En la práctica significa cambiar nuestro enfoque. En lugar de poner la mirada en las personas que nos prometieron ayuda, en las circunstancias para ver si son favorables, en los recursos que tenemos disponibles, o en nuestras propias capacidades y experiencia, es mirar con fe al Señor y recordar quién es Él.
Nadie que haya confiado en Dios puede lamentarse de ello, ninguna persona que decida poner toda su confianza en el Todopoderoso podrá llegar a sentirse defraudado o avergonzado. David sabía que Dios jamás abandonaría a aquel que confía en Él. Dios sería su ayudador y le haría justicia a su tiempo.
Levanta tu mirada al Aquel que está sentado en su trono; al que todo lo sabe y todo lo puede, y descansa en su amor y cuidado.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 3 de marzo, 2024
“Acercarme a Dios”
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras”. Salmo 73:28.
Este salmo fue escrito por Asaf, un levita dedicado a servir a Dios. Después de sentirte perturbado al ver como los malos prosperaban, fue al Señor para tener una respuesta, y en su presencia encontró descanso (v. 17). Al final, hace una declaración de propósito en su vida: El único bien resulta de acercarme a Dios sinceramente.
La palabra “acercar” en hebreo es querabá que significa “abordar”. Esta palabra era muy usada en el ámbito de la navegación. Cuando alguien se acercaba a otro barco con la intención de subir a él, lo abordaba. Es decir, se metía adentro del barco. Entonces, acercarse a Dios es abordarlo, es meterse de lleno, indagar en su corazón, tener una relación íntima y estrecha para conocerlo más.
El salmista había entendido que si seguía navegando por la vida en su propio barco, iba a naufragar en cualquier momento. Necesitaba salirse de su frágil embarcación y abordar el “transatlántico” de Dios. Sólo bajo su capitanía arribaría a un puerto seguro.
Sólo en Dios hay protección y fortaleza constantes en las tormentas de la vida. Cuando todo está oscuro a nuestro alrededor, cuando no vemos la salida, debemos confiar en la protección divina. Aunque las más terribles olas nos golpeen, vamos a resistir y permanecer firmes porque Dios nos guarda.
No debemos tener miedo a las tormentas de la vida, porque si el Señor está al mando, esas serán experiencias que nos ayudarán a crecer, a conocerlo más, y sobre todo serán oportunidades para testificar de su poder y fidelidad. Asaf dijo: “Para contar todas tus obras”.
Quizás hoy estés atravesando momentos difíciles, oscuros, sin respuestas, pero si pones tu confianza en el Señor, Él mandará al “viento y al mar” que se tranquilicen y se hará bonanza en tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 1 de marzo, 2024
“¿Recursos detenidos o liberados?”
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32.
¿Habrá algo que sea bueno y que Dios no quiera dárselo a sus hijos? Según la Palabra, no. Si el Padre no escatimó a su Hijo Amado y lo envió a este mundo para morir en nuestro lugar por nuestros pecados, ¡imagínate todo lo que puede hacer a nuestro favor!
Sin embargo, puede haber dos factores que detengan los recursos que Dios tiene para sus hijos. El primero, si lo que estamos pidiendo es “bueno” para nosotros, pero no desde la perspectiva de Dios. Ningún padre terrenal le compra una serpiente de mascota a su hijo aunque se la haya pedido para su cumpleaños. Mucho menos Dios nos dará algo que pueda perjudicarnos. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11). Si lo que pides en oración es bueno, Dios te lo dará oportunamente.
El segundo factor que puede detener un recurso de Dios para nosotros es la incredulidad. Dios dijo que debemos pedir con fe. “Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.” (Mt. 21:21). Jesús hizo muchos milagros, pero hubo lugares en donde no hizo ninguno a causa de la incredulidad. “Y por la incredulidad de ellos no hizo allí muchos milagros”. (Mt. 13:58).
Para tener la fe que se requiere y saber que nuestra petición está de acuerdo con la voluntad de Dios, debemos tener siempre como guía su Palabra. Mira lo que dice este versículo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. (Juan 15:7).
¿Qué necesidades no están cubiertas en tu vida y en la de tu familia? ¿Puedes creer que el Padre Celestial se ocupará de ellas? Dios no limita sus recursos si pides con fe y de acuerdo con su voluntad. Él desea bendecirte con lo que sabe que será bueno para tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 29 de febrero, 2024
“Mayor es el que está en nosotros”
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” 1 Juan 4:4
“¡Ay… qué difícil está el mundo! ¡Cuántas tentaciones…!” “¡La carne es débil, siempre me vence…!” “¡Es imposible luchar contra tanta presión…!” Tal vez hayas escuchado alguna de estas frases en la boca de algún cristiano, es más, tal vez las hayas dicho en alguna oportunidad. Pero, ¿es verdad que no podemos contra las presiones y tentaciones que nos ofrece el mundo?
No, bíblicamente no es cierto. A pesar de nuestras debilidades, la Palabra dice que somos poderosos en Cristo para ser vencedores. En la cruz Jesús venció al diablo, y todo aquel que aceptó a Cristo como su Salvador y Señor recibió autoridad para deshacer toda obra de maldad. El secreto no está en nuestras capacidades, valor, esfuerzo o convencimiento personal. El poder radica en Quién está “en” nosotros. ¡Aleluya!
Antes de ascender a los cielos, Jesús les dijo a sus discípulos que les convenía que Él se fuera porque les enviaría una ayuda extraordinaria: el Espíritu Santo. “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). A partir del descenso del Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2), el Consolador habita en cada hijo de Dios. Observa esta declaración de Jesús: “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17). El mismo Dios está morando en nuestro espíritu, por eso es posible la victoria sobre el diablo y el mundo.
Pero el problema se presenta cuando en lugar de resistir al diablo y obedecer a Dios, comenzamos a coquetear con la tentación hasta caer en las trampas que el enemigo nos pone. No debemos olvidar que el diablo persigue nuestra destrucción, pero el Señor solo quiere lo mejor para nuestra vida. Por eso, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).
La victoria es nuestra si realmente ponemos nuestra fe en el Señor. “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5). No hay ninguna presión que sea más fuerte que el poder de Cristo. No hay ninguna tentación que el mismo Señor no nos ayude a vencer.
Necesitamos comenzar nuestro día conectados con el Espíritu Santo y ser obediente a su guía. Cuando vengan las presiones, no olvides que ¡mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo!
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 28 de febrero, 2024
“Esfuércense y cobren ánimo”
Israel estaba a las puertas de Canaán, listos para conquistarla. La generación incrédula había quedado sepultada en el desierto y ahora la nueva generación había aprendido a depender de Dios.
El pueblo sabía que iba a enfrentar a enemigos mejor entrenados para la guerra y que conocían bien la geografía del terreno, sin embargo, el Señor les había dado una promesa y ellos creyeron la palabra de Dios.
Pero además de creer, Israel tenía que hacer su parte en la batalla. En Deuteronomio 31:6 encontramos los detalles: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.”
En primer lugar, debían esforzarse. Conquistar Canaán no era irse a una tierra con sol y playas para retirarse, requería “esfuerzo”. Esta palabra en hebreo es kjazác y significa “ser fuerte, apoderarse, arrebatar, echar mano, estar resuelto, vencer”. No había que dar ninguna batalla por ganada hasta acabarla. La celebración vendría después.
En segundo lugar, debían “cobrar ánimo”. En hebreo es amats que significa “estar alerta, de pie; afirmar, consolidar, ser fuerte y valiente”. No era tiempo de paralizarse, sino de estar firmes en las promesas que Dios les había hecho. Avanzar con seguridad.
En tercer lugar, no debían tener “miedo”. En hebreo es yaré que significa “asustarse, amedrentar, atemorizar, espantarse, estar temeroso”. Había que entregarle los miedos a Dios, no dejarse amedrentar y confiar en Aquel que iba delante de ellos en la batalla.
¿Estás enfrentando algunas luchas? ¿Tu fe está siendo atacada? ¿El diablo y sus huestes se han levantado contra ti? Dios te dice: Esfuérzate, cobra ánimo, no tengas miedo, Yo Soy quien pelea tus batallas.
¡Si Dios es por ti, quién contra ti!
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 27 de febrero, 2024
“Jesús tiene la respuesta que necesitas”
“Al salir de la ciudad Jesús iba seguido de sus discípulos y de una gran multitud. Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo hijo de Timeo, que era ciego. Cuando éste supo que quien venía era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ‘Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!’ Muchos lo reprendían para que callara, pero él gritaba con más fuerza: ‘Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!’ Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: ‘¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!’ Arrojando su capa, el ciego dio un salto y se acercó a Jesús, y Jesús le preguntó: ‘¿Qué quieres que haga por ti?’ El ciego le respondió: ‘Maestro, quiero recobrar la vista’. Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado’. Y enseguida el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús en el camino.” Marcos 10:46-52.
En este pasaje Marcos nos presenta al Señor Jesús en su último viaje a Jerusalén. Como él mismo había anunciado, su destino era la cruz.
En medio del alboroto que hacía la multitud, el ciego Bartimeo supo que el Señor estaba pasando por la ciudad. Sin duda él había oído hablar de Jesús, de sus enseñanzas, de sus milagros, porque el nombre que usa para llamarlo es “Hijo de David”, una forma de referirse al Mesías.
Inmediatamente comenzó a gritar con el fin de llamar su atención. No quería perderse la oportunidad de acercarse al Señor; pero la gente le decía que dejara de vociferar. ¿Puedes imaginarte a este hombre ciego luchando contra la gente, desorientado, sin saber si Jesús llegaría a escucharlo? A pesar de todo, no desistió, siguió gritando hasta que supo que el Señor lo llamaba.
Bartimeo no perdió un segundo, leemos que arrojó su capa y fue a Jesús. El resultado de poner su fe en marcha no solo fue su sanidad, sino su salvación. En un momento estaba sentado en el camino pidiendo limosna y ahora había decidido seguir a Jesús en el camino.
Déjame preguntarte: ¿Hay cosas que se están interponiendo entre Jesús y tú? ¿Podrían ser esas cosas las que te están privando de las respuestas que necesitas?
Jesús está siempre atento a las voces que se levantan de entre la multitud con el propósito de acercarse a Él. Jesús distingue muy bien las voces de la multitud, de la voz de aquel que clama con fe.
No pierdas la oportunidad de acercarte hoy a Jesús, ábrele tu corazón y cree. En Él encontrarás las respuestas que necesitas.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 26 de febrero, 2024
“Pon tu fe en marcha”
“Alabad al Señor de los señores, porque para siempre es su misericordia. Al que dividió el Mar Rojo en partes, porque para siempre es su misericordia”. Salmo 136:3,13.
Los milagros de Dios siempre requieren fe. Moisés tuvo que creer que las aguas se iban a abrir al momento de apuntar con su vara al mar. Los israelitas debieron creer que las paredes de agua iban a permanecer firmes hasta que cruzaran al otro lado.
¿Necesitas un milagro? ¿Qué parte tienes tú en la respuesta divina? Los milagros no solo requieren oración, hace falta fe verdadera. Orar no es complicado, lo difícil es avanzar en la dirección que Dios nos pide antes de que las “aguas se abran”. Podemos pasarnos la vida pidiéndole a Dios que abra el “Mar Rojo”, pero si no nos “mojamos las plantas de los pies”, no veremos el milagro.
Cuando Dios hace un milagro es para que su nombre sea exaltado. Todos deben saber lo que ha hecho con nosotros. Cuando Dios abrió el Mar Rojo literalmente lo supo todo el mundo. Cuando los israelitas llegaron a Jericó, Rahab la ramera les dijo: “Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto... Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.” Josué 2:10-11.
Necesitamos poner nuestra fe en marcha. Los “Mares Rojos” se cruzan por la fe. “Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.” Hebreos 11:29. ¿Tienes un desafío demasiado grande delante de ti? ¿Te han dicho que el problema es imposible de resolver? Si esperas ver obrar a Dios, entonces debes creer. Nada es imposible para Dios.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 25 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“En el orden correcto”
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Salmo 37:4.
David, al final de sus días, nos aconseja por el Espíritu confiar de una manera práctica en Dios. En el Salmo 37 hay mucha sabiduría. La clave para una vida llena de gozo la encontramos en el versículo 4: debemos aprender a deleitarnos en el Señor.
Deleitarse significa experimentar gran gozo en la presencia de alguien. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle mejor.
¿Te gozas en el Señor cuando te concede las peticiones de tu corazón o te deleitas antes de eso? ¿Disfrutas más las bendiciones de Dios o al Dios de las bendiciones? El consejo es muy claro: deleitarse en el Señor es prioritario, lo demás viene por añadidura. Que Dios conceda los deseos de tu corazón es el resultado de una relación amorosa e íntima con Él.
Muchos de los Salmos de David fueron escritos mientras se encontraba en el campo, el lugar en donde se encontraba a solas con Dios. Desde muchacho aprendió a disfrutar de esa intimidad especial con el Creador. Sus cantos y oraciones expresan los mayores deseos de su corazón: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. (Salmo 16:11).
Las peticiones de David siempre estaban de acuerdo con lo que había en el “corazón de Dios”. De hecho, Dios lo eligió como rey porque tenía esa particularidad: “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo”. (1 Samuel 13:14b). Indudablemente para tener su corazón hay que pasar tiempo en su presencia, anhelar esos encuentros.
Un famosos predicador y escritor del S. XVIII dijo sobre este versículo: “No pienses primero en los deseos de tu corazón, sino piensa primero en deleitarte en tu Dios, entonces te concederá los anhelos de tu corazón”.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 23 de febrero, 2024
“Tengan ánimo”
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33.
La Biblia es clara cuando habla de lo que sucederá en los últimos tiempos. La fe se apagará, el amor se enfriará, las convicciones pasarán por pruebas de fuego, y hasta se levantarán falsos profetas y falsos maestros que se denominarán cristianos pero Cristo no estará en sus predicaciones y enseñanzas. Jesús dijo que todo esto generará en nosotros aflicciones.
La palabra “aflicción” en griego es thlipsis que significa “presión de todo tipo; estrechez, angustia, persecución, tribulación”. Fíjate que las aflicciones son más espirituales que emocionales o físicas. Nuestro espíritu se aflige por lo que está pasando en nuestra sociedad, en nuestra familia y hasta en la Iglesia de Cristo.
Frente a esta realidad podemos adoptar una de estas posturas: desánimo y desesperanza creyendo ya no hay nada que hacer, o confianza y esperanza tomando parte activa de los cambios que Jesús quiere hacer. El Señor fue claro al decir que las presiones estarían sobre nosotros, pero debíamos “confiar” en Él. Esta palabra en griego es tharséo que significa “tener valor, ánimo”. Esto es posible porque Jesús está con nosotros y ¡ha vencido al mundo!
El Señor nos ha capacitado a través del Espíritu Santo para ser vencedores. Él nos delegó su autoridad para defender nuestras convicciones, nos da valor para no ser arrastrados por la maldad actual, nos da sabiduría para hablar la verdad a nuestros hijos, y nos impulsa a decir que solo en Él se puede hallar verdadera paz.
A pesar de las noticias perturbadoras que escuchamos a diario, Dios sigue teniendo el control de todas las cosas. Las presiones pueden ser diferentes día a día, mes a mes, ¡pero el poder de Jesús no ha cambiado! Su Palabra es la que nos debe sostener aunque la tormenta ruga a nuestro alrededor. “La paz os dejo, mi paz os doy, Yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Juan 14:27.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 22 de febrero, 2024
“Pero tú sí puedes, con su Espíritu”
“Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos”. Daniel 4:18.
Nabucodonosor estaba desesperado. Había tenido un sueño extraordinario y tenía la certeza de que su significado era especial, por eso llamó a todos sus sabios, astrólogos, magos y adivinos, pero ninguno pudo descifrar su sueño. “¡Increíble! -parece que puedo escucharlo- Tanto sabelotodo y ninguno puede darme la interpretación. ¿Dónde está Daniel? ¡Tráiganme a Danieeel!”
Cuando este hombre de Dios se presentó delante del soberano, recién ahí comenzó a tranquilizarse. Me llama la atención la manera en que Nabucodonosor se dirigió a Daniel: “Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos” (v. 18). Presta atención: “Nadie ha podido interpretar mi sueño, pero tú… ¡tú sí puedes! porque en ti mora el espíritu de los dioses santos”. ¡Qué seguridad la de este rey pagano! Nabucodonosor no sabía mucho de Jehová, pero si sabía que en Daniel había algo diferente. Esa diferencia era la misma presencia del Espíritu de Dios en su vida.
Daniel tenía claro que no era él quien podía darle la respuesta al rey, si no Dios. Ya se lo había dicho en otra ocasión: “Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer” (Daniel 2:27-28). Daniel recibió la interpretación de Dios, y todo se cumplió al pie de la letra.
¿Te has enfrentado a alguna situación que desafía tu fe? ¿Alguien te ha pedido que ores por una necesidad usando la frase: “porque tú estás más cerca de Dios”? ¿Qué observan en ti las personas que están a tu alrededor?
Somos llamados a andar en el Espíritu, a depender de su guía y sabiduría para todas las cosas. Si le das el control de todo tu ser, entonces los verás hacer grandes cosas en ti y a través de ti para la gloria de Dios.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 21 de febrero, 2024
“Hola, soy Eva”
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Génesis 3:6
Hola, soy Eva. Sí, la esposa de Adán. Mientras mi marido salió a buscar algo para comer, yo sigo añorando esos días en que vivíamos en el Huerto del Edén. ¡Qué tiempos maravillosos! Vivíamos con el máximo gozo que se pueda experimentar. No teníamos miedos, no había intranquilidad ni incertidumbre acerca del futuro. Nuestra relación con Dios era perfecta.
Pero ahora… Ay, no quiero recordarlo. ¡Por qué le hice caso a esa serpiente! Desobedecer a Dios fue lo peor que nos pasó. El mismo diablo me habló a través de ese animal y yo no me di cuenta. Me dijo que Dios nos estaba ocultando la verdad y le creí. De pronto, el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal me pareció más apetitoso que el resto de los frutos. Lo seguí mirando y pasó lo peor: lo codicié. Ese fue mi primer pecado, desobedecí la prohibición de Dios, y Adán hizo lo mismo que yo. A partir de ese momento todo cambió para mal.
Después de lo que hicimos, creo que merecíamos la muerte instantánea. Dios había sido claro: “el día que de él comiereis, moriréis”. Sin embargo, es tan grande su amor que nos permitió vivir; y además nos hizo una promesa: un día nos iba a redimir a través de uno de nuestros descendientes. Pero mientras tanto, íbamos a sufrir las consecuencias de nuestra desobediencia.
Si en el futuro alguien lee esta carta le diría que no desobedezca a Dios, tiene un final trágico. La codicia es mortal, te lleva a desear lo prohibido, lo que no te conviene. Lo que te diga el diablo siempre es mentira. Nunca vas a poder escapar de las consecuencias del pecado. El sentimiento de culpa y la vergüenza de haber defraudado a Dios es terrible.
No permitas que nada te aparte de Él. Si no está Dios en tu vida, en realidad no tienes nada. Yo lo descubrí cuando ya era tarde. Si de alguna manera te sientes débil o estás siendo tentado, acude a Dios, Él es el único que puede ayudarte. Escucha su voz y obedece sus palabras, entonces estarás seguro y el diablo no podrá robarte nada.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 20 de febrero, 2024
“Fuerzas para la pelea”
“Dios es el que me ciñe de poder… Quien adiestra mis manos para la batalla… Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea”. Salmo 18:32, 34, 39.
Si lees las historias de David verás que él no iba a buscar a sus enemigos, sino que ellos se levantaban contra él. Estaba obligado a pelear aunque no quisiera. Era Saúl quien lo perseguía por los celos que sentía. Los filisteos habían acogido a David por un año y medio, pero cuando supieron que era nombrado rey de Israel, salieron a pelear contra él. También lo hacían sus pueblos vecinos, y David sabía que muchas veces debería luchar aunque no tuviera fuerzas.
Creo que podemos identificarnos con él. Atravesamos días en que el mismo diablo y sus demonios se levantan contra nosotros a través de injurias, chismes, intimidación, amenazas, boicot en el trabajo, y un sinnúmero de dificultades que no quisiéramos tener que enfrentar. Sabemos que nosotros no provocamos la guerra espiritual, sin embargo estamos en medio de ella. No tenemos deseos de pelear, pero sabemos que si no nos levantamos el enemigo tomará ventaja.
David tenía claro esto, pero también que ganaría sus batallas si contaba con la intervención de Dios y permitía que Él lo “ciñera de poder”. Esta frase significa “rodeado de un ejército, de fortaleza”. ¿Quién puede resistir a un ejército celestial dispuesto a defender a un hijo de Dios?
Además sabía que era el Señor quien podía “adiestrar sus manos” para la batalla y darle “fuerza para la pelea”. Eso significa que nosotros también contamos con la dirección y sabiduría que nos da el Espíritu Santo para enfrentar al enemigo, y fuerzas físicas renovadas para pelear.
¿Comenzaste la semana enfrentando alguna batalla espiritual? ¿Sientes que no tienes fuerzas? Recuerda que el Todopoderoso está contigo. Toma tus armas espirituales y hazle frente al enemigo. El diablo no tiene nada que hacer frente a un hijo de Dios que hace uso de su autoridad espiritual. ¡No olvides que el diablo ya fue vencido!
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 19 de febrero, 2024
“¿Vas en la dirección correcta?”
“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos.” Proverbios 16:9.
Como no siempre conocemos lo que tenemos por delante en nuestra vida, necesitamos asegurarnos permanentemente de ir en la dirección correcta, y solo Dios puede ayudarnos con esto.
La palabra “enderezar”, en hebreo kun, significa “establecer, asegurar, confirmar, consolidar, ordenar”. Nosotros podemos planificar nuestro camino, pero el único que nos ayudará a ordenar nuestros pasos y evitar desvíos es el Señor.
No podemos mantenernos en la dirección equivocada simplemente por no querer doblegar nuestro orgullo. Necesitamos reconocer nuestras malas decisiones, nuestras percepciones erróneas, nuestros caprichos injustificados, y rendirnos totalmente a la dirección de Dios.
No existen mapas que te lleven al destino eterno fuera de la Palabra de Dios. Cuanto más la leas y la apliques a tu vida, más claro verás el camino. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. (Salmo 119:105).
Además, Dios ha provisto una ayuda sobrenatural para todos los que han recibido a Jesús como Salvador y Señor de sus vidas: El Espíritu Santo. Semejante a un GPS, Él es la guía permanente para nuestro andar diario. Su voz interior nos ayudará a saber si vamos en la dirección correcta, o por el contrario, nos avisará de caminos peligrosos o atajos que finalmente nos conducirán a calles sin salida.
¿Hacia dónde se dirigen tus pasos? ¿Estás seguro de ir en la dirección correcta? ¿Será que tienes que detenerte y evaluar el camino que has elegido seguir? Escucha la voz del Señor, medita en su Palabra, toma un consejo sabio y maduro espiritualmente, y si es necesario, da un giro rápido al “volante” de tu vida y toma el camino correcto.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 18 de febrero, 2024
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¡Dios te bendiga!
“Respuestas que hacen la diferencia”
“Cuando los guardias del templo regresaron sin haber arrestado a Jesús, los principales sacerdotes y los fariseos les preguntaron: ¿Por qué no lo trajeron? ¡Jamás hemos oído a nadie hablar como él! -contestaron los guardias.” Juan 7:45-46.
Muchas veces los religiosos intentaron echarle mano a Jesús pero no pudieron. Estaban tan enojados con el Señor por decirles la verdad, que solo querían deshacerse de Él para acallar el mensaje intranquilizador de sus conciencias. Pero no había caso, una y otra vez fallaban en sus intentos.
En cierta ocasión enviaron a la “policía” de esa época para arrestar a Jesús, pero las palabras que estos hombres escucharon del Señor produjeron tal convicción en sus vidas que regresaron sin Él porque no encontraron ningún motivo para arrestarlo.
Las mismas palabras de Jesús son apreciadas por corazones espiritualmente sensibles y odiadas por corazones duros. El Señor sabe quiénes son los que habrán de creer y rendir sus vidas completamente a Él. Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.” (Juan 6:63-64).
El Señor sigue hablando. Sus palabras quedaron registradas en la Biblia para seguir transmitiendo vida. Él sigue salvando, libertando, restaurando, pero se requiere fe para que cada una de sus promesas se haga realidad en nosotros. Nuestra respuesta a sus palabras hará la diferencia.
Quiera Dios que nuestra respuesta sea la misma que la de sus discípulos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. (Juan 6:68-69).
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 16 de febrero, 2024
“Más de Jesús y menos de nosotros”
“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos”. Salmo 138:6
En este Salmo descubrimos, en pocas palabras, la manera de proceder de Dios con dos grupos muy diferentes de personas: los humildes y los altivos.
La palabra humildad en hebreo es shafál y hace alusión a las personas que han abatido su orgullo, que su altivez ha sido rebajada hasta el piso, que han tirado por tierra su soberbia. Tienen la disposición a escuchar el consejo de Dios y obedecerlo a pesar de ir contra sus propios gustos o beneficios personales.
El salmista dice que Dios “atiende” al humilde. Lo observa en sus luchas y prepara una salida a tiempo. Lo levanta cuando ha tropezado. Le da fuerzas cuando parece que es imposible seguir adelante. Le promete una recompensa eterna, porque solo los humildes recibirán la tierra por heredad.
Dios se goza con los humildes porque tienen un corazón dócil y están siempre dispuestos a aprender y obedecer. ¡Qué fácil es para Dios tratar con personas así!
Pero también está el grupo de los “altivos”. Esta palabra en hebreo es gaboáj y significa “elevado, alzado, arrogante; ponerse en alto, sobrepasarse, querer ser sublime”. Sabemos que Dios es amor, pero al altivo “lo mira de lejos”. No hay relación con él, porque una persona altiva no busca al Señor. Como podemos leer en Santiago 4:6 y 1 Pedro 5:5: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”
Jesús vino a ser nuestro ejemplo. Como Hijo de Dios tenía todo el derecho de mostrarse como el más grande de todos, pero nunca lo hizo. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
Hoy tenemos la oportunidad de aprovechar las circunstancias que vayamos a atravesar para crecer en humildad. Como diría Juan el Bautista: “Es necesario que el crezca y yo mengüe” (Juan 3:30).
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 15 de febrero, 2024
“Vuelve al redil”
“Ando sin rumbo, como oveja perdida; ven en busca de este siervo tuyo que no ha olvidado tus mandamientos”. Salmo 119:176.
Puede ser que no le hayamos prestado la debida atención a las palabras de este versículo. Sí, ya sé, pertenece al capítulo más largo de la Biblia, pero eso no significa que solo persigamos completar su lectura y después no recordemos nada de lo que dice. A ver… volvamos a leerlo. Ah, sí, el salmista se compara con una oveja descarriada.
Dicen lo que saben, que los animales más torpes y fáciles de extraviar son las ovejas. Por algo Dios siempre compara a su pueblo con este animal.
Todos nacimos descarriamos, incluyendo los que nacieron en un hogar cristiano. Alguien dijo: “No por nacer en un garaje soy un carro, tampoco por nacer en un hogar cristiano soy cristiano”. Estábamos fuera del redil a merced del león rugiente, el diablo, pero Dios no quiso dejar las cosas así. Él mismo se preocupó por rescatarnos. El Padre envió a su Hijo Unigénito como el Buen Pastor que “da su vida por las ovejas” (Juan 10:11), y cuando le recibimos como nuestro Salvador y Señor, pasamos a formar parte de su redil y comenzamos a disfrutar de su cuidado.
Sin embargo, a veces alguna oveja ve pastos que parecen más verdes más allá del rebaño y termina descarriada, apartada de la protección del Buen Pastor y sufriendo las consecuencias del desvío: culpa, vergüenza, miedo... entre otras cosas. ¿Qué hacer para remediar esto? ¿Se puede regresar otra vez al seno del Padre después de haberle fallado?
Esta es la respuesta del salmista: “Ven en busca de tu siervo”. Y justamente eso hace el Señor Jesús. Va a buscar a la descarriada, la toma en sus brazos, venda sus heridas y la trae otra vez al lugar de protección y bendición. ¡Siempre hay restauración para aquel que regresa a Cristo!
Déjame preguntarte: ¿Eres una de esas “ovejas” que se ha alejado de Jesús? Hoy el Señor vuelve a decirte: regresa. Él perdona a aquel que se arrepiente sinceramente y confiesa sus pecados. Dice la Palabra de Dios en Miqueas 7:19 que los arroja al fondo del mar y no se acuerda más de ellos.
Sus brazos permanecen abiertos, esperando que vuelvas a Él. Debes hacer una decisión. Regresa a tu Buen Pastor.
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 14 de febrero, 2024
“Liberación en el día de la angustia”
“Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”. Salmo 50:15.
Dios sabe que algunas veces tenemos nuestros “días de angustia” y Él no pasa por alto nuestras aflicciones. “Angustia”, en el original hebreo, significa “estar en aprieto, en medio de un problema, confrontado por un rival; aflicción, calamidad, conflicto, tribulación, padeciendo una venganza”. ¿Te sientes identificado con algunos de estos significados?
Cuando estamos en aprietos por circunstancias desfavorables como una enfermedad, un problema laboral o económico, sentimos angustia principalmente porque no sabemos lo que nos espera en los días por venir. Sin embargo, creo que hay una aflicción más difícil de sobrellevar y es la provocada por una persona que nos conoce, tal vez un familiar, un amigo o un hermano.
El dolor en el alma puede llegar a ser más intenso que el dolor en el cuerpo. Cuando alguien que aparentemente era amable, atento, amigable, de pronto actúa como nuestro enemigo, nos produce un tipo de angustia difícil de describir con palabras y si no la tratamos debidamente, puede provocarnos un daño mayor y abrir nuestro corazón al rencor.
En ese momento es cuando Dios nos dice: “Ven a mí, dame tu carga, entrégame tu angustia y deja que yo me haga cargo”. Cuando le damos lugar para actúe como Él cree que es mejor, cuando dejamos de luchar en nuestras fuerzas y damos lugar a la justicia de Dios, entonces podemos experimentar paz.
¿Cuál es el fin de todo este proceso? Dios dice: “Tú me honrarás”. Le vamos a alabar por lo que habrá hecho a nuestro favor. Podremos proclamar su salvación y liberación de nuestra angustia.
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 13 de febrero, 2024
“En el secreto de Jehová”
“Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? Jeremías 23:18.
Dios habló, habla y seguirá hablando a quien quiera escuchar. Dios habla de muchas maneras, aunque nos encantaría que lo haga con voz audible y a cada momento. Sin embargo, Dios es espíritu y se comunica espiritualmente (Juan 4:24).
Para comunicarnos con Dios y poder escucharlo es requisito indispensable que nuestro espíritu esté vivo. Esto es posible cuando recibimos a Cristo como Salvador; el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y da vida a nuestro espíritu entonces somos capaces de relacionarnos con Dios.
Cada día estamos rodeados de voces, entonces ¿cómo reconocer la voz de Dios? Pasando tiempo con Él, estando en su "secreto" (Jeremías 23:22a). Esta palabra en hebreo es sod que significa “compañía estrecha, comunión, consultar, sentarse junto, íntimo”. Dios está hablando de pasar tiempo a solas con Él.
En Mateo 6:6 leemos: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Fíjate que Jesús dice que debemos estar a solas con Él. No es lo mismo orar mientras conduces el carro, cuando tienes la atención en el tráfico; u orar mientras arreglas la casa o sales a hacer compras porque otras cosas están ocupando tu mente. Necesitas parar, buscar un lugar tranquilo y comunicarte con el Señor.
Dios quiere hablarte y nunca te dirá algo diferente a lo que dice su Palabra. El Espíritu Santo que mora en ti te recordará lo que ya dijo Jesús y te ayudará a discernir su voz de otras voces. Toma tiempo para estar con Él.
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 12 de febrero, 2024
“Cobrar aliento”
“En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Salmo 94:19.
Qué complejo es controlar nuestros pensamientos en momentos difíciles. Una preocupación lleva a la otra y resulta en una cadena de pensamientos que abruman nuestra alma. Sabemos que Dios nos ama y que todo ayuda a bien, pero no encontramos sentido a lo que nos sucede. Comenzamos a experimentar ansiedad, temor, confusión y estas emociones parecen tomar el control de nuestra vida.
Si te sirve de algo, no eres el único, no eres la única. Hay muchas personas que se sintieron así pero encontraron la salida. La persona que escribió este salmo nos cuenta lo que hizo cuando su mente estaba saturada de preocupaciones.
Cuando la mente está dividida entre la realidad y la fe, entre las preocupaciones y las promesas bíblicas, hay que recurrir al Señor. Si hay algo que apacigua nuestros pensamientos y nos da paz es el “consuelo” celestial. Fíjate que el salmista dice “tus consolaciones”, evidentemente son las de Dios. La palabra hebrea para consolación es tankjúm que significa “compasión, solaz, suspirar aliviado, cobrar aliento, aliviar el alma”.
El consuelo de Dios es sobrenatural. Cambia la ansiedad por paz, los miedos por valor, el estrés por quietud, de modo que podemos suspirar aliviados porque nuestra alma encuentra el reposo prometido por Dios. Es tan impactante que el salmista dice que trae “alegría al alma”. La palabra hebrea para “alegrar” es shaá y significa “mirar con complacencia; acariciar, agradar, regocijarse, ser mimado”.
¿Qué necesitas recibir hoy? ¿Puedes sentir al Padre Celestial abrazándote? ¿Su mano secando tus lágrimas? ¿Impactado por su presencia?
Si puedes entregarle a Dios cada uno de tus pensamientos, tu espíritu tendrá reposo y tu alma se llenará de la alegría celestial. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Isaías 26:3.
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 11 de febrero, 2024
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¡Dios te bendiga!
“¿Quieres lo mejor?”
“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros...” Romanos 8:26.
¡Cuántas veces nos hemos enfrentado a una decisión 50/50! Me refiero al momento en que tenemos frente a nosotros dos opciones buenas, ya sea de trabajo, carrera, lugar donde vivir, ministerio, y no sabemos cuál es la mejor. ¿Qué hacer?
Dios nos ha creado con sentido común para saber qué es lo que se adapta mejor a nuestra personalidad, necesidades, formación, experiencia, edad, entorno. También nos ha dado una conciencia que nos alerta frente a opciones que no nos edifican espiritualmente. Pero sobre todas las cosas nos ha dado su Espíritu Santo que habita en nuestro espíritu desde el día que aceptamos a Cristo como Salvador y Señor para guiarnos y aconsejarnos.
En la vida nos encontraremos ante la alternativa de escoger entre dos cosas buenas, pero hay una que según el apóstol Pablo “nos conviene”. La palabra griega usada aquí para “conviene” es dei que significa “lo que debe ser, lo preciso”. Hay una opción que encaja perfectamente con los planes de Dios para nuestra vida y el Espíritu Santo quiere ayudarnos a saber cuál es. Pero necesitamos relacionarnos con Él de una manera humilde, sincera y obediente. Si solo queremos tener una “relación utilitaria”, su voz estará apagada en nuestro espíritu.
Si quieres lo mejor de Dios, necesitas rendirte completamente a Él y permitir que el Espíritu Santo te guie. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gálatas 5:25). En otras palabras, si él vive en ti, deja que te ayude a escoger lo que es mejor para tu vida.
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 9 de febrero, 2024
“Respira aliviado”
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración”. Salmo 4:1.
David se encontraba bajo mucha presión. Le rodeaban personas que no tenían su mismo corazón. Muchos de ellos estaban esperando el momento en que tropezara para criticarlo y juzgarlo. Le tendían ciertas trampas para ver si caería en ellas con el propósito de condenarlo.
Frente a esta situación el salmista recurre a Dios. Él era el único que podía ayudarlo en su “angustia”. Esta palabra en hebreo es tsar que significa “estar estrecho; apretado; bajo la presión de un problema; aflicción, congoja, tribulación”. Cuántas veces nos hemos sentido así…
Una vez más, como lo había hecho en el pasado, Dios hizo “ensanchar” a David. Esta palabra en hebreo es rakjáb que significa “ampliar, aumentar, hacer espacioso”. Dios actúa sobre las presiones de tal modo que podemos respirar aliviados. Nuestro corazón se ensancha y hay más “espacio” en nuestra mente para pensar mejor.
¿Te sientes como David, “apretado”, bajo tribulaciones que no te dejan respirar? ¡Dios te hace ensanchar! Él es el Dios de nuestra justicia. Se hace cargo de lo que nos está angustiando y alivia nuestras presiones. Hay descanso y renovación en su presencia.
David sabía que Dios escuchaba sus oraciones y que le respondería. También a nosotros Dios nos escucha y nos responde cuando lo llamamos. Ve a Él y confía en su intervención.
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 8 de febrero, 2024
“¿Difícil?”
“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”. Jeremías 32:27.
Dios le dijo a Jeremías que Jerusalén no se iba a librar de los babilonios porque habían pecado y se olvidaron de Él, pero después de disciplinarlos los restauraría. Para certificar esa promesa Dios le pide a Jeremías que compre una heredad. El profeta quedó desconcertado y le dijo a Dios: “La ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella y que con arietes la atacan para tomarla. Por causa de la espada, del hambre y de la peste ha venido a suceder lo que dijiste que sucedería, ¡y ya lo estás viendo! ¡Señor, Señor! ¿Cómo pudiste decirme que compre para mí el terreno, y que lo pague ante testigos, si la ciudad va a caer en manos de los caldeos?” (vs. 24-25).
Entonces Dios le hace la pregunta que todos deberíamos escuchar cuando nos encontramos en dificultades: “¿Habrá algo que sea difícil para mí?”. La palabra “difícil” en hebreo es palá que significa “hacer algo distinguido, grande, maravilloso, especial, cosa portentosa”. ¡Ese es nuestro Dios! Nada lo limita. ¿Cómo puede haber algo difícil para el Todopoderoso? ¡Nada que esté dentro de su voluntad dejará de cumplirse!
Cuando leemos la Palabra de Dios nuestra fe se nutre, madura, crece, se desarrolla. Entonces llegamos a creer que Dios todo lo puede. Victorias milagrosas, sanidades instantáneas, vidas transformadas, intervenciones sobrenaturales… Pregúntale a Lázaro, Sara, Elías, Pedro, Pablo, Josué, Gedeón y a millones de cristianos que experimentamos el poder de Dios por la fe.
Para el Señor no existen las palabras: difícil, imposible, desahuciado, irreparable, perdido. Lo que detiene sus obras maravillosas son: la incredulidad, la duda, el pecado, la rebeldía, la autosuficiencia. Pero cuando alguien se acerca a Dios con fe, se hace realidad lo que parecía imposible.
¿Qué hay de ti? ¿Todavía te parece que es difícil para Dios responder tú petición? ¿Crees que es imposible que cambie tu realidad? El Señor Jesús solo te pide que creas, que pongas toda tu confianza en Él. Todavía sigue diciéndonos: “Para los hombres esto es imposible; pero para Dios todo es posible.” (Mateo 19:26).
Pastor Pablo Giovanini
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Miércoles 7 de febrero, 2024
"Gracias Señor por las Déboras"
"Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti?" Jueces 4:14
En los tiempos de los jueces, Israel había entrado en un círculo vicioso. Servían a Dios mientras gozaban de cierta estabilidad y prosperidad, pero luego se volvían a los ídolos. Dios permitía que naciones vecinas los oprimieran para que se arrepintieran, clamaban a Él y les enviaba un juez libertador. Pero con el paso del tiempo volvían nuevamente a los ídolos. Así se repetía una y otra vez la misma historia.
En este pasaje vemos que quien lideraba espiritualmente a Israel era Débora, una profetisa que Dios había levantado para restaurar a su pueblo. En ese momento estaban clamando por liberación de Jabín, rey de Canaán, y el Señor usó a Débora para nombrar capitán del ejército israelí a Barac. Sin embargo, él no se sentía seguro de poder llevar adelante esta tarea, entonces le pidió a la profetisa que lo acompañara a la guerra, de otro modo no iría, y ella aceptó. Gracias a Dios por las “Déboras” que Dios pone a nuestro lado. Yo tengo la mía, mi esposa Alexandra.
El ejército enemigo era muy superior en número y esto acobardó a Barac, pero Débora le animó con estas palabras: ¡Levántate, porque este es el día en que Jehová te da la victoria! Entonces Barac salió a pelear y Dios le dio una victoria aplastante. No quedó ni un solo hombre vivo del ejército enemigo. Lee toda la historia para conocer los detalles de esta épica victoria. (ver Jueces 4 y 5).
¿Te sientes hoy como Barac? Quizás este devocional encierre palabras de aliento como las de Débora para animarte a confiar en Dios.
Quizás estés enfrentando un gran desafío y tu alma se sienta desfallecer porque no sabes cómo solucionar esa situación. Si pones tu confianza en tus recursos o habilidades puede ser que las cosas empeoren, pero si te apoyas en el Señor y crees que “Jehová ha salido delante de ti” para ayudarte en tu necesidad, Él te dará la victoria.
El Señor se goza en dar evidencias de su poder por medio de la vida de sus hijos. La clave es mirar más allá de nuestras limitaciones y confiar en la suficiencia perfecta de Jesucristo. El Señor ha prometido estar contigo y ayudarte en todo (ver Isaías 41:10).
Pastor Pablo Giovanini
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Martes 6 de febrero, 2024
“No dudes”
“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.” Mateo 14:28.
Imagino al apóstol Pedro escribiendo en su diario las experiencias que tuvo con Jesús.
“Queridos hermanos y hermanas que llegarán a leer estas palabras, soy Pedro, sí, el pescador rescatado por la gracia de Jesús. Hoy me pasó algo fascinante, espectacular.
Todos los discípulos de Jesús salimos en la barca de mi familia al otro lado del lago de Genesaret. En realidad le decimos Mar de Galilea porque es bastante grande como para decirle solo lago. Jesús nos dijo que se reuniría con nosotros más tarde. No quise preguntar sobre sus motivos y tampoco en qué barca llegaría. En fin, los doce salimos hacia allá. A la mitad de nuestro viaje se levantó una tormenta feroz. Entraba agua por todos lados. Todos intentamos hacer algo porque sabíamos que teníamos pocas probabilidades de salir vivos.
De pronto vimos que algo se movía, venía caminando sobre las olas hacia nosotros y creímos que era un fantasma, pero al acercarse un poco más nos dimos cuenta que era ¡Jesús! Con su voz inconfundible nos dijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Wooow… ¡¿Jesús también camina sobre el agua?! ¡Increíble! Enseguida me olvidé de la tempestad.
Desde la barca le grité: “¡Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”! Y para mi sorpresa la respuesta fue: “Ven”. Para serles honesto, no lo pensé mucho. Simplemente obedecí. Pegué un salto y no sé si me creerán, pero… ¡el agua estaba firme bajo mis pies! ¡Qué sensación extraordinaria! Pero de repente, una ola golpeó mi cara y me di cuenta que era una locura lo que estaba haciendo. Entonces, en un instante, mi atención volvió a estar en la tormenta y comencé a hundirme. Jesús se dio cuenta y se acercó para darme la mano y ayudarme a volver a la barca. Después de esto, me hizo una pregunta que hasta el día de hoy resuena en mis oídos: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”
Algunos de mis amigos estaban tentados a burlarse de mi fracaso, pero yo les dije: “Muchachos, ¿qué hacían ustedes en la barca mientras yo paseaba con Jesús sobre las aguas?” Silencio.
De esa experiencia aprendí que si Jesús da una palabra la cumple y no hay nada imposible para Él; pero yo debo creer. Como dijo el Señor: “Al que cree, todo le es posible”. Y tú, ¿crees?
Pastor Pablo Giovanini
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Lunes 5 de febrero, 2024
“Andemos por el Espíritu”
“Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo.” Lucas 2:25-27.
Simeón era distinto a los demás. Sus palabras, actitudes y acciones reflejaban algo sobrenatural en él. Lucas nos dice exactamente de qué se trataba: “El Espíritu Santo estaba sobre él”.
Este hombre tenía una relación estrecha con el Espíritu Santo. Su conducta manifestaba justicia y piedad, pero también esperanza. Sabía que si alguien podía cambiar el rumbo pecaminoso del pueblo era el Ungido de Dios, el Mesías esperado por tantos años. En uno de sus tiempos de oración diaria escuchó la voz de Dios diciéndole que iba a ver con sus propios ojos la llegada del Salvador. ¡Qué relación tan estrecha con Dios!
Esa relación no era teórica sino que se evidenciaba en sus acciones. Simeón era obediente a la voz de Dios. Cuando José y María llevaron al bebé Jesús al templo para dedicarlo, él supo que debía ir urgentemente, fue “movido” por el Espíritu. Al llegar, supo que estaba en presencia del Hijo de Dios y mientras lo sostenía en sus brazos, no solo lo bendijo sino que el mismo Espíritu Santo le dio una palabra profética acerca de la obra redentora que llevaría a cabo el Mesías.
Esta historia es un ejemplo de lo que el Espíritu de Dios hace en los que tienen una relación estrecha con Él. Jesús es el ejemplo perfecto de esa relación. Toda su obra fue hecha impulsado por el Espíritu Santo. Él se “despojó” de toda su gloria para actuar bajo el poder del Espíritu. Entonces, si el Espíritu Santo actuó con poder en Jesús, también lo hará en nosotros.
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. (Juan 16:7). Ahora, el Espíritu de Dios habita en todo aquel que ha recibido a Cristo como Salvador. Pero no solo vino para morar, sino a estar activo en nuestra vida cada día.
El propósito de Dios para cada uno de sus hijos es que nos rindamos al gobierno del Espíritu Santo. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." (Gálatas 5:25). En otras palabras, si él vive en ti, ¡deja que te dirija!
Pastor Pablo Giovanini
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Domingo 4 de febrero, 2024
Puedes ver el sermón de hoy a partir de las 11 am haciendo click aquí.
¡Dios te bendiga!
“No desvíes tu mirada”
“Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.” Proverbios 4:25-27.
Salomón, el rey sabio por excelencia, nos deja este consejo inspirado por el Espíritu Santo. Debemos tener nuestra mirada en lo que nos edifica, en lo productivo, en lo que trae crecimiento.
Para que esto sea posible, cada día de nuestra vida debemos saber muy bien a quién miramos. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. (Hebreos 12:2ª). Jesús ya ha pasado por el camino que nosotros estamos transitando, sabe de qué se trata y puede ayudarnos a recorrerlo para que no nos salgamos del camino.
Satanás no quiere que avancemos en línea recta. Hará todo lo posible para desviar nuestra mirada del Señor. Cuando aparecen situaciones difíciles de resolver tratará de sembrar dudas acerca del poder de Dios y nos animará a creer que las “soluciones” están en nosotros u otras personas, pero no en Dios. Ya sabemos que el diablo es un mentiroso, por lo tanto, no debemos desviar nuestra mirada del Todopoderoso.
El diablo también nos animará constantemente a tomar atajos, vías alternativas que parecen más rápidas o placenteras, pero que nos alejarán de nuestro destino. Jesús nos dijo que el camino de rectitud que nos lleva a la vida eterna es angosto. Por eso no debemos “desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda”.
Tengamos en cuenta que tampoco sirve mirar hacia atrás porque tropezaremos. Si solo nos aferramos a los recuerdos, no daremos lugar a lo nuevo. Si damos lugar a la culpa antes que al perdón de Dios, detendremos nuestra marcha. El apóstol Pablo nos exhorta a “olvidar lo que queda atrás, y extendernos a lo que está delante” (Filipenses 3:13b).
Cuando el camino te parezca difícil, mantén tu mirada en Jesús. Él estará sosteniendo tu mano para que no tropieces. “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. (Isaías 41:13).
Pastor Pablo Giovanini
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Viernes 2 de febrero, 2024
“¿Arrojarás la piedra?”
“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: ‘Déjame sacar la paja de tu ojo’, cuando tienes una viga en el tuyo?” Mateo 7:3-4.
La Hermana Cleta miraba por la ventana de su casa al patio de su vecina cuando vio que colgaba sábanas recién lavadas para que se secaran al sol. Ella no podía creer lo sucias que se veían aunque las acababa de lavar. “¡Increíble! ¡Qué mujer sucia! ¡No sabe lavar la ropa! ¡Así debe estar toda su casa…!” Y mientras seguía hablando mal de su vecina se acercó un poco más a su ventana y se dio cuenta que los que estaban realmente sucios eran sus vidrios.
¿Te sientes identificado de alguna manera con la “Hermana Cleta”? Creo que todos, en mayor o en menor medida, miramos primero lo que está mal en otros, pero nos resulta difícil reconocer nuestras propias faltas. Parece que siempre tenemos un justificativo para nuestros errores.
En este pasaje el Señor deja claro que no podemos asumir el papel de jueces mientras pasamos por alto nuestros propios pecados. Y lo ilustró de manera simple: el que tiene una viga en su propio ojo no puede ocuparse de una pajita en el ojo ajeno. Literalmente puede haber una basurita en el ojo de alguien, pero obviamente no habrá una viga, sin embargo, el Señor usó estas imágenes para que no quedaran dudas acerca del mensaje que quería transmitir.
Un ejemplo de esto lo encontramos en la historia de los religiosos que llevaron ante Jesús a la mujer sorprendida en adulterio. Por supuesto ella había pecado, pero ellos actuaron como si sus vidas fueran intachables. Por eso la respuesta del Señor fue: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.
¿Prohíbe entonces Jesús que saquemos la “paja” del ojo de nuestro hermano? No. En el versículo 5 leemos: “…saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Lo que Jesús nos pide es que primero tengamos la actitud correcta ante nuestras propias faltas.
Que podamos actuar como el publicano que ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: ¡Dios, ten compasión de mí, y perdóname por todo lo malo que he hecho! (Lucas 18:13).
Pastor Pablo Giovanini
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Jueves 1 de febrero, 2024
“Bendecido”
“Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos... Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.” Nehemías 2:4,8b.
Nehemías vivía lejos del hogar de sus antepasados. Desde Susa, la capital del imperio de Artajerjes, le llegó la noticia de que Jerusalén estaba destruida, sin puertas, sin muros, y que los enemigos entraban y salían sin problemas. Al escuchar esto se le partió el corazón y supo que debía movilizarse para restaurar la tierra de sus antepasados.
La tarea que Nehemías tenía por delante era enorme, y se atrevió a hablar con el rey sobre esta situación. Entonces el gobernante le preguntó qué necesitaba, pero antes de responderle oró. Finalmente el rey le concedió todo lo que le pidió porque la mano benéfica de Dios estaba sobre Nehemías. La palabra “benéfica” en hebreo es tob que significa “que hace el bien, que da cosas buenas, en abundancia; agradable, que da bienestar, prosperidad”.
El Señor es bueno y su mano se mueve de acuerdo con su corazón. Si no estás convencido, vuelve a leer la definición de tob y aplícala a tu vida.
La mano de Dios es la extensión de su carácter benevolente. Cuando nos ama, nos abraza; cuando nos consuela, nos acaricia; cuando tenemos necesidades, nos provee; cuando estamos perdidos, nos indica el camino; cuando tropezamos, nos levanta.
Por supuesto, para recibir las bendiciones que vienen de la mano de Dios hay que tener una relación con Él. Esto es posible si has recibido a Jesús como Salvador y Señor de tu vida. A partir de ese momento Él te considera su hijo y su mano benefactora estará sobre ti.
Pastor Pablo Giovanini